L’Institut del Teatre, referéndum

Cuando ocupar no es una elección

L’Institut del Teatre como foco de la resistencia

L’Institut del Teatre convocó una huelga indefinida el lunes pasado. Esto no significa que se hayan quedado de brazos cruzados. En lugar de quedarse petrificados, decidieron dejar sus puertas abiertas a cualquiera que deseara acercarse a sus inmediaciones. La clave estuvo en: programación, programación y más programación. «Esta es la manera de mantener el centro activo y que, de alguna forma, no vengan a cerrárnoslo», aclaró un alumno.

El motivo: es colegio electoral el 1-0.

Escondido entre las calles traseras del Museo Nacional de Arte de Cataluña, l’Institut del Teatre es uno de los grandes emblemas de la enseñanza artística pública y profesional de Barcelona. En su página de Facebook se han ido anunciando las distintas clases, asambleas, conciertos y charlas que se han dado a lo largo de los días y que se celebraban en su entrada. Un pequeño escenario en el que ha estado colgada una gran pancarta de una máscara cuya sonrisa está tachada por una línea roja es la tarima sobre la que continúa la función. Dos profesoras que observaban a sus pupilos declinaron hablar: «esto ha sido gracias a ellos, los protagonistas son los estudiantes».

L’Institut del Teatre, referéndum catalán

Desde la Asamblea se ha acordado dar un mensaje único a partir del portavoz. De esta manera se evitan los malentendidos y se constituye un bloque que previamente ha acordado su postura. Compuesto por una media de ochenta personas, los estudiantes se han reunido durante este período como mínimo dos veces al día repasando los puntos de la jornada, así como los turnos de acampada en el recinto. Nuestro interlocutor, con una media de cuatro horas de sueño sobre sus ojos, agradeció la implicación de los responsables de las actividades, «quienes nunca han dicho que no».

Además, ha aclarado que desde la Asamblea se ha decidido establecer «un espacio tolerante, de diálogo, sin miedo, para, sobre todo, cuidarnos, más allá de lo que cada uno piense individual e ideológicamente». Y la función de la misma al guardar el Instituto es la de: «garantizar que las vecinas puedan ejercer su derecho democrático al voto el 1 de octubre». Vecinas que durante estos días les han llevado comida y enseres necesarios para la ocupación. Muchos verían contradictorio que una institución artística se implicara en este movimiento, pero parece ser todo lo contrario. «Utilizamos el arte como nuestra arma, sin ninguna connotación bélica». Una sentencia humanista que se alza como bandera del cuerpo estudiantil para la protección de la libertad de expresión.

Roc y Eloi deseaban expresar lo vivido. Algo fuera de lo común, algo que se reflejaba en su actitud. La agitación teñía sus palabras, y deseaban aclarar que hablaban desde su visión particular. «Ha sido una semana dura, tanto física como emocionalmente. Pero ha sido increíble. Además, queremos agradecer la implicación de los profesores que en estos momento ha sido fundamental». Un mensaje que quería plantear Eloi era el siguiente: «Esto es una fiesta constante, y la reivindicación está siendo dura, pero la gente se quiere y desea crear algo nuevo, bonito, que surja del amor». La noche era fresca y los brazos se deslizaban por encima de los hombros como abrigos que reafirmaban el carácter comunitario de lo allí sentido. Y Roc lo apoyaba. «No respiro miedo. Sales a la calle y ves manifestaciones, ves valentía, alegría y esperanza, y eso es lo maravilloso de expresarse».

L’Institut del Teatre, referéndum catalán

 Dentro, en la cafetería, Marta y Cristina hablaban de cómo se han transformado a lo largo de esta semana. Vestían ropa cómoda y ojos cansados pero con la viveza necesaria para aguantar cuanto hiciera falta, incluso una entrevista.

¿Cómo ha sido la ocupación del Institut?

M: Ha sido improvisadamente organizada. Hacíamos cosas que ni siquiera sabíamos cómo hacer, pero ha salido con una determinación que yo no pensaba que fuera así. Muy ajetreada pero muy organizada. Al fin y al cabo, muy determinada.

C: Teníamos que ir enfrentándonos a cada situación de una manera improvisada porque no sabíamos qué nos esperaba cada día.

 ¿Ha sido respaldada por todo el centro?

M: Sí. De hecho, hemos sido los primeros que iniciamos esta huelga y toda la comunidad educativa nos ha respaldado.

¿Qué creen que va a pasar?

M: Si algo he aprendido esta semana, es que cada día hemos de estar en el momento presente. Pero en los momentos más críticos, de aparente incertidumbre sacas una fuerza de concreción. No sabemos qué va a pasar ni lo intuimos pero vamos a saber cómo responder.

C: Hay momentos en que tengo miedo, pero no porque pase algo conflictivo, sino que todo esto quede en nada, o el qué va a pasar. Pero si dependiera de nosotros, saldría bien. Todos tenemos mucha coherencia, pero de todas formas seguimos un protocolo de seguridad y de pacifismo absoluto. Por nuestra parte no va a haber ningún conflicto ni violencia.

M: Y tenemos la suerte de que entre nosotros hay gente muy formada, muy sabia que sabe cómo actuar frente a estas situaciones. Incluso tenemos asesoramiento jurídico. O sea, que si pasa algo, reaccionaremos con pacifismo, ante todo.

¿Quieren que se celebre el referéndum?

C: Por supuesto. Debe celebrarse.

M: Es necesario.

¿Va a haber clase el 2 de octubre?

C: Yo creo que no. Esto está siendo tan grande, tan convulso, que no creo que el día 2 esté solucionado. Va a haber como una resaca de “situación”. Salga o no salga, va a haber una reacción. La gente no se ha callado. Si ganara el ‘sí’ y se proclamara la república algo pasaría, y lo mismo con el ‘no’  así como que no se pudiera hacer.

Se dan cuenta del momento histórico que están viviendo…

M: Lo estamos comentando continuamente. Nos damos cuenta porque sabemos lo que significa, pero a la vez no, puesto que estamos en medio de un huracán y cada día pasan miles de cosas. Cuando haya pasado un mes, y si es que dejan de sucederse cosas, vamos a saber qué ha pasado realmente. Hechos que nuestros abuelos y personas desde hace siglos estaban reivindicando. Es impresionante.

¿Qué ha pasado durante estos días?

C: Muchísimas cosas, pero el de hoy ha sido un día muy movido. Estábamos aquí tranquilamente después de comer, con el café. Nosotros estamos en contacto con el Comité de Defensa de los Barrios y, por lo tanto, los cuatro colegios electorales de la zona estamos coordinados. Entonces, nos han dicho que hay Mossos en una escuela, necesitamos 30 personas, por favor. Unos 20 de nosotros hemos ido. Ahí hemos visto que la situación era muy pacífica, hemos entrado a la escuela y luego vimos que necesitábamos más gente y nos hemos ido a la Universidad de Barcelona.

M: Lo increíble es que no lo hemos ni cuestionado. Acción. Lo decíamos y lo hacíamos. Vimos que había una asamblea de estudiantes y les comunicamos lo primero que nos salió de la boca.

C: Eran unos completos desconocidos pero les hemos dicho “hay gente que necesita ayuda en un colegio electoral que están intentando cerrar, necesitamos que alguien vaya”. Y se han levantado y han ido. Fuimos a la Universidad Central y también hemos pedido ayuda.

Era el colegio del Raval…

C: Exacto, pero lo que hemos hecho ha sido una llamada para que cada distrito proteja sus colegios. Nosotros nos estamos organizando de tal manera que el 29 pueda ir cada uno a su pueblo.

¿Quién se irá?

C: Cada día hacemos dos asambleas y decidimos los puntos del día y hacemos una valoración de cómo ha ido. En este caso sabíamos que había mucha gente que se va a ir a sus pueblos, pero por suerte hay gente de aquí, de Barcelona, y de Valencia, de Mallorca o Andorra, que se quedan aquí.

M: Incluso ha habido personas que han venido expresamente, que han venido de Valencia o Francia para quedarse con nosotros.

La democracia asamblearia puede ser viable…

C: En este caso sí. Es un momento en el que nadie tiene una apatía política. Hay una conciencia, ya que somos los principales ‘perjudicados’ de este movimiento, me refiero al hecho de que se vive fuertemente la independencia puesto que somos el núcleo. El momento en el que vulneraron nuestros derechos civiles la gente salió a la calle, fuera del partido que fuera. No te puedes quedar indiferente.  

M: He alucinado con mis compañeros y compañeras, y de cómo nuestra población está muy preparada y es muy válida para llevar estas situaciones.

¿Este es el referéndum que quieren?

C: Preferiría que estuviera reconocido y que desde el Estado central, después de cinco años y del apoyo del President, se hubiera aceptado. Por ejemplo, a mí me hubiera encantado que se hubiese hecho campaña por el ‘no’. Si todo esto ha subido tanto es por lo que se ha querido frenar. 

M: Sí, pero creo que lo que no se puede obviar, y aunque algunos medios lo intenten manipular, hay miles de personas que salen a la calle. Eso no lo puedes obviar. Algo está pasando. Si tú no lo dejas hacer, pues busca otra forma.

¿Qué tal con los medios de comunicación?

C: Al principio creíamos que no vendría nadie. Pero tal y como ha ido pasando todo, decidimos, al ser Asamblea, acordar todo lo que hemos hablado. Es la primera vez que hablo con un medio, pero desde Comunicación tenemos claro el mensaje.

¿Creen que hay una solución previa al 1-0?

M: La solución es paciencia, pacifismo y tranquilidad.

C: El pueblo catalán, la gente que apoya esta lucha por la democracia, se define por la no violencia. Nunca me he encontrado con un conflicto en el que los ciudadanos aprecien el derecho a decidir, sean del bando que sea.

M: Esta semana he visto que la solución es la cooperación. Esa es la clave ante todo.

¿Cuál ha sido la clave?, ¿quizás la seguridad que han tenido los estudiantes durante estos días?

M: En mi caso he adquirido esta seguridad gracias a mis compañeros y compañeras, que creen en sí mismas. Por ejemplo, hace unos días una compañera y yo tuvimos que hacer un comunicado en Plaza Universidad delante de 80.000 personas. Nunca había hecho esto en mi vida, y tuvimos que sacar una fuerza de no sé dónde, pero lo hicimos. Te pruebas cada vez que actúas, pero lo haces.

C: Creo que no teníamos más remedio. Yo recuerdo el año pasado, cuando había movimiento, el cual hay desde hace muchos años, la sensación de -ya no por el independentismo, sino por el Gobierno en general con sus medidas y su corrupción- ¿por qué no salimos a la calle? Nos quejábamos de que no nos estábamos moviendo suficiente, pero en el momento en que te has pasado fue como un ‘aquí ya está’. Un clik. Y ahora no me voy a parar de quejar.

¿Y sus padres?

C: Mi madre está todos los días ‘¿cómo vais? ¿Todos bien?’. Como estamos durmiendo aquí desde hace una semana y estamos activos durante todo el día es como que no estás muy pendiente. Llega un momento en el que te paras y dices ‘¿qué ha pasado?’. Bueno, como todas las madres del mundo, sufriendo un poco.

M: La mía me dice que hubiera hecho lo mismo. Pero siempre desde el pacifismo y que si siento que es lo que tengo que hacer, nadie puede impedírmelo.

L’Institut del Teatre, referéndumEn ese momento estaba celebrándose una clase de máscaras. Cubriéndoles la mitad de la cara, seis chicos y chicas corrían de un lado a otro canturreando, ladrando y aleteando según el animal en que se hubieran transformado. Los demás estaban sentados en el suelo, recogidos en una piña, hechizados, riéndose ante las ocurrencias de los actores. Quedaba poco para irse a dormir, pero aprovechaban hasta el último instante de la resistencia. Las noches han sido largas, expectantes y esperanzadoras. Todas ellas encaminadas hacia el término de un sueño colectivo…

Por ello, hoy, 1 de octubre, cuando se publique esta crónica, les deseamos que esta última haya transcurrido en calma.

 

 

 

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