Isabel Muntané, feminista, periodista, comunicación de género

Entrevista a Isabel Muntané: «La comunicación de género es no invisibilizar a más de la mitad de la población»

«El periodismo feminista es eficaz, inclusivo, analiza y cambia la percepción, nos permite huir de los estereotipos sexistas y del mandato de género». Esta es una de las definiciones que utiliza Isabel Muntané para definir el enfoque transversal de la acción informativa. Se define como feminista y, además, es especialista y docente en el Máster de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona así como perteneciente al colectivo catalán #OnSónLesDones, quienes alertan y denuncian la mala praxis periodística. «No es muerta, es asesinada. No es presunto, es el violador» son algunas de las indicaciones que repite día tras día mediante las redes sociales sobre los titulares y el tratamiento de la violencia machista en los medios de comunicación masivos. Una de las tantas formas de activismo feminista que combina con la enseñanza, la cual sigue siendo un recurso indispensable. Por ello, Muntané imparte las sesiones presenciales de la 1ª edición del curso de Comunicación e Igualdad de Género de la Escuela de Igualdad del Cabildo de Tenerife. Un planteamiento sobre cómo transformar esta visión sesgada.

La cafetería del edificio de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, conocido popularmente como La Pirámide, es el escenario de una charla de ideas claras al sol del mediodía.

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Isabel Muntané, feminista, periodista, comunicación de género
Fotografía de Ariadna Martínez

¿Cuándo y por qué te hiciste feminista?

Siempre sentía como que era rara. Había muchas cosas que no me gustaban cómo se hacían, que no me cuadraban, pero no sabía muy bien por qué. Aquello de que aún no tienes la base teórica, la conciencia, ni el grupo, ¿no? Y cuando empecé a trabajar como periodista y trataba de publicar temas de mujeres —no voy a decir feministas porque en aquella época era más difícil la palabra, pero sí relacionado con asesinatos de mujeres, con violencia— veía los problemas que había para publicarlos, hasta el límite de que sufrí las represalias por ello… A partir de aquí, vas reflexionando y te preguntas: ¿Por qué no te encaja esto? ¿Por qué no te encaja aquello?, hasta que un día te pones nombre y dices: Claro, es que soy feminista. Entonces, a partir de ese momento, me formé como feminista.

¿Qué es la comunicación de género?

La comunicación de género es no invisibilizar a más de la mitad de la población. Prefiero hablar de periodismo feminista, porque creo que tenemos que revalorizar esta palabra. Cuando hablo de periodismo feminista hablo de un periodismo mucho más fiel a la realidad, mucho más veraz. No diré que objetivo, pero sí que es más fiel a la realidad. ¿Por qué? Porque lucha no sólo contra la discriminación de las mujeres, sino también contra la del colectivo LGTBI. El feminismo se entiende como una revolución social que lucha por la igualdad, la de todo el mundo, sea cual sea su condición, su clase o su origen. No se trata de hacer información de periodismo feminista, sino de hacer una mejor información. Porque estoy convencida de que es de mayor calidad, aporta unas herramientas más útiles a la gente para que piense, para que sepa y tenga una mirada crítica.

¿La lengua construye la realidad o la realidad construye el lenguaje?

A ver, con el lenguaje podemos construir la realidad, aunque sí que es cierto que la realidad construye. Pero el hecho de tener que luchar contra una sociedad tan cohesionada alrededor del patriarcado y del machismo nos hace tener que construir un lenguaje. Un lenguaje no sexista para deconstruir esta sociedad. Como dice una frase feminista: «Aquello que no se nombra, no existe». Entonces, si las mujeres no somos nombradas, desaparecemos del imaginario público y, si desaparecemos del imaginario público, continuamos alimentando esta discriminación, esta sumisión, que nos quiere mantener en el espacio privado. Por lo tanto, sí, el lenguaje construye, y si queremos construir una sociedad más justa tenemos que visibilizar.

¿Crees que las redes sociales han democratizado esa visibilización de las mujeres?

Es difícil, hay un gran debate porque al final vivimos en unos mundos muy cerrados y pensamos que nuestro mundo, el que utilizamos en redes, es global, y no es cierto porque hay muchas mujeres que no están en las redes. Lo que sí es cierto es que ha permitido expresarnos con más libertad, que tengamos unas plataformas que hasta ahora no teníamos y que se nos escuche cuando interpelamos directamente. Podemos denunciar, aunque, por otro lado, tenemos el problema de los trolls. Hay que jugar aquí buscando un equilibrio que, sin desaparecer de las redes —sin dejar de ser muy “puñeteras”—, hemos de continuar sin abandonar, siendo coherentes con nuestro discurso, incisivas. Esa es la manera de crear otra mirada crítica, de acercar a otras mujeres que aún no han dado el paso hacia el feminismo y que se sentirán reflejadas.

¿Por qué crees que no han dado ese paso?

Porque es muy difícil. Las herramientas con las que somos construidas, todo el imaginario, es patriarcal, por lo que nos parece normal el machismo, parece legitimado debido a que lo vemos constantemente. Deconstruir este machismo con el que nos han educado es muy difícil si no lo percibes como una agresión, si no te formas o si no tienes una red o una amiga que te esté diciendo esto es machismo. Hay muchos elementos. Creo que hay muchas mujeres que no han dado este paso pero también pienso que es su ritmo, que tarde o temprano llegarán, ya sea de una manera u otra. A lo mejor no llegarán a desarrollar toda una conciencia feminista, ya siendo activistas, pero sí en su ámbito privado. Cada vez hay más mujeres que con sus parejas no aceptan llevar el peso de toda la casa, por ejemplo. No se definen como feministas y quizás no harán nada más, pero ya es algo.

No se definen como feministas, pero tal vez sí que adopten esta corriente que se denomina como “igualismo”, ¿qué les dirías?

Es una gran falacia que nos han vendido. Que tenemos unas legislaciones que hablan de igualdad, pero no es la realidad. Es necesario desmontar esta gran mentira porque la realidad que vemos de la igualdad no existe, a pesar de las herramientas que tenemos. Claro, este doble discurso, “no somos feministas pero luchamos por la igualdad”… No. Es que si eres feminista luchas por la igualdad. Es contradictorio. No puede ser. Luchas por la igualdad y vas más allá, no te quedas sólo en el decir “yo soy igual que el hombre”. No, eres diferente que el hombre pero tienes que tener los mismos elementos para poseer equidad. Sin embargo, necesitas que te ayuden para poder ir hacia delante y llegar a la igualdad, por lo que necesitas luchar, y el feminismo en sí es una revolución.

¿Crees que los organismos públicos respaldan con contundencia todos estos movimientos?

No, para nada. Fíjate, desde la crisis han reducido muchísimo los presupuestos para luchar contra las violencias machistas dentro de la igualdad. Se hacen muchos discursos porque queda políticamente correcto pero, en realidad, no hay una conciencia clara. Los políticos no se han impregnado de esta necesidad. Tenemos unas leyes y ya está, pero si no aplicas estas leyes no sirve de nada. Si no tomas conciencia y no te lo crees…, creo que este es el paso que se tiene que dar: creer que la igualdad es necesaria porque es necesaria para todo el mundo. Es una mejora para toda la sociedad. La igualdad no es sólo para las mujeres. Ahí está el problema de concepto: «es que la igualdad es cosa de mujeres». No, no, no. Sí que somos nosotras las que tenemos que tirar del carro porque somos nosotras las que sufrimos la discriminación. Pero hasta que no se entienda que es un tema estructural, un tema de mejorar las condiciones de vida de todo el mundo, no se podrá dar este paso de igualdad formal a una igualdad real.

Leía que en la Ley Canaria de Igualdad entre Mujeres y Hombres se forma en el artículo 9 una Comisión de Impacto de Género para que se revise el anteproyecto de Ley del Presupuesto y así garantizar la transversalidad de género. ¿Qué quiere decir esto?

Es interesante, y no sé si se hace aquí. En cada ámbito afecta de una manera diferente. Si tienes presupuestos con una visión de género, tú luchas para acabar con la desigualdad en el ámbito sanitario, por ejemplo, o en las políticas urbanísticas. Vamos a diseñar ciudades con perspectiva de género, vamos a dedicar una parte del presupuesto para acabar con este sesgo de género que hay al no tenerse en cuenta que la mayoría de mujeres son las que van en transporte público. Eso se tiene que elaborar desde la base, es importantísimo hacerlo así porque en estos presupuestos introduces medidas realmente efectivas, al estar sustentadas con dinero, para luchar por la igualdad.

Y la paridad de las cuotas…

Sé que hay mucha polémica. Pero como yo creo que la meritocracia no existe, pues de momento es una herramienta temporal. A medio plazo tendrá que desaparecer, cuando hayamos entendido que para llegar a un puesto de poder no importa el sexo o género que tú tengas, sino tus méritos personales. Pero vemos que por ahora es imposible, e incluso con todas las legislaciones de paridad tampoco se cumple puesto que no hay un sistema sancionador. Quedan de cara a la galería cuando se hacen listas cremalleras… En Cataluña pasó una cosa muy curiosa. El partido que se define como feminista y anticapitalista en las primeras elecciones que se presentó en el Parlament hizo listas formadas por hombre-mujer-hombre-mujer, pero como todas las cabezas de lista eran hombres, finalmente, fue el partido con menos representación de mujeres. Cayeron en las trampas de las listas cremalleras, y no porque ellas quisieran. Por lo que hay que vigilar cómo se aplica. Por lo que la paridad en estos momentos es necesaria.

En cuanto a los medios de comunicación, vemos que por una parte hay secciones sobre igualdad en periódicos como eldiario.es o Público mientras que, hace algunos días, se publicaba una noticia sobre “las mujeres que arquean la espalda son más atractivas a los hombres” de la revista Quo. Entonces, ¿decidimos incluir estos “espacios violetas” o no?

Tienen que estar de manera transversal. Yo estoy en contra de estos “espacios violetas” o “espacios feministas” que llaman porque, al final, es una tendencia a la discriminación. Es como ser un buen samaritano, te cubres las espaldas y ya hago estos espacios y no hace falta que vigile lo demás. Pues no. El resto de la información la lee todo el mundo, en cambio, esos espacios ya sabes que provocan rechazo y los vamos a leer las feministas. Pero a nosotras no nos tienen que convencer, ya estamos convencidas, por lo que si no se hace de manera transversal no cambiaremos los medios.

Y lo hacen con buena intención, no digo lo contrario, estos periódicos y más, pero hay que hacerlo en su conjunto y si hay temas “feministas” que vayan a la sección de Política porque son de política, o de sociedad si son así.

Pertenece al colectivo #OnSónLesDones, ¿cuál es su línea de actuación?

Lo que hacemos es denunciar la falta de mujeres en los espacios de opinión de los medios porque pensamos que estas secciones son fundamentales para la creación de opiniones y de miradas críticas, y si no está la opinión de las mujeres pues es una opinión sesgada. Aparte de que siempre son los mismos hombres, pero no entremos en este tema. Entonces, decidimos hacer una acción muy cuantitativa, sólo números, para que no nos pudieran tachar de “feministas, siempre igual” y ha sido efectivo. Los medios se sienten vigilados y nos tienen en cuenta. Es como decir “ostras, están aquí están mirando”.

El género, ¿es una construcción social?

Sí.

Entonces, ¿cómo eliminamos el machismo?

Introduciendo otra construcción social, otros referentes imaginarios desde que nacemos, en la primera etapa de la educación hasta la universidad. Si se consiguiera cambiar todo el sistema educativo y los medios de comunicación podríamos construir otros referentes alejados del machismo y, quizás, algún día podamos llegar a una sociedad sin categorías de género. Que todo el mundo se sintiera libre de no tener que definirse en el marco de la categoría porque la sociedad sería tan igualitaria que no sería necesario.

En cuanto a los mensajes dados en las campañas contra la violencia machista, ¿qué recomendaciones haría para que mejorara su impacto en la población?

Lo primero, tendría que ir a atacar el problema y el problema es el machismo y los hombres. No las mujeres. Porque siempre aparecen los mensajes de “denuncia tú”, “sé valiente”, “sé fuerte”, en cambio, no se habla de ellos. Decir “no pegues”. No es que ella se tenga que proteger, eres tú el que no tiene que pegar ni asesinar. Se tiene que focalizar en la base. Explicarle a la sociedad que todo esto tiene su raíz en el machismo. Sin embargo, no le llega ese mensaje. Es crear una conciencia acerca de que el machismo es malo y lo ejercen los hombres porque tienen el poder.

¿Qué puntos pendientes tiene a día de hoy el feminismo?

Tenemos que conseguir que la sociedad entienda que esto es una revolución que nos implica a todos; tenemos que conseguir que el estamento político entienda que esto es un problema estructural y político y que tiene que cambiar desde ahí, desde dentro; y hacer llegar nuestro mensaje a la gente joven.

Es cierto que hay más juventud implicada, pero a veces siento que hay una brecha entre las nuevas feministas, que se las ve como más guerreras, más transgresoras, que ya están con todo el transfeminismo. Luego está todo el grupo de feministas más mayores. Y habría que unir ambas corrientes. Así aprenderemos las unas de las otras, lo cual sería muy interesante.

¿Alguna vez has sufrido algún tipo de discriminación por tu sexo?

Sí. En el ámbito laboral así como agresiones sexistas. Trabajaba en un periódico donde éramos cinco chicas en la sección, llegó un jefe misógino y quedé yo la única, ya que las demás se marcharon a otras secciones. Entonces, me quitó todo el trabajo que tenía, no me lo daba. Era un castigo, pero me mantuve. Aguantando, no sin dolor, hasta que hubo cambios en la redacción. A este señor lo echaron y a mí me nombraron jefa de la sección, o sea, que era clarísimo lo que pasaba. Pero creo que esto lo sufrimos todas de distinta manera cuando entras en el mundo laboral…

¿Crees que es posible una sociedad igualitaria?

Sí, soy muy optimista. Si no, no estaría luchando aquí cada día. Además, es un objetivo tan bonito… ¿Qué más puedes pedir que estar trabajando por algo que va ayudar al mundo a ser feliz? Así que sí, a pesar de todo, sí.

Fotografía de Ariadna Martínez

 

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