Edición de Nicolás Melini

Javier Lostalé ha sido una figura clave de la poesía de este país a lo largo de las últimas décadas, por su obra poética y, también, por su difusión a través de la radio, así como por medio del ejercicio de la crítica y la edición, siempre atento y sensible y curioso a la excelencia de cualquier voz que surja y constante en la vida literaria madrileña.

Javier Lostalé - Poesía - 7 Islands Magazine

Javier Lostalé (Madrid, 1942) es autor de siete libros de poemas: Jimmy, Jimmy; Figura en el Paseo Marítimo; La rosa inclinada; Hondo es el resplandor; La estación azul (poemas en prosa), que obtuvo el premio Francisco de Quevedo, Tormenta transparente y El pulso de las nubes. Su poesía escrita entre 1976 y 2001 fue reunida por Calambur en 2002 bajo el título La rosa inclinada, y una selección de su obra ha sido recogida también en dos antologías: Rosa y Tormenta, publicada por Cálamo en 2011, y Azul relente, aparecida en 2014 en la editorial Renacimiento.

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POEMAS

¿DÓNDE ESTÁS?

¿Dónde estás, criatura sin amor de mi vida?
Como un planeta silencioso me envuelve tu luz
que tú no sabes y yo no alcanzo.
Quieta caminas hacia mí
dentro de tu ángel dormido
que con su halo de sueño
me despierta a tu lado,
bella criatura sin nombre ni cuerpo
a cuya sombra me entrego
en tiempo y espacio anterior al deseo,
pues allí donde existes
una forma muda
en soledad se recrea.
Pura ausencia de mi vida,
fe sin dios en que amanezco,
concíbeme en tu profundo latido sin aire
para que, juntos, nos olvidemos
en el mismo amor desierto.

_

SOLITARIO

Tiene el solitario toda la luz dentro,
por eso se convoca a noche perpetua
sin dejar nunca de amanecer.
Núbil vive en el astro quieto de su sueño,
hundido su corazón en latitud sin orillas.
Exiliado fiel a su propio destino
mide lo infinito mediante latidos,
y redime tanta ausencia
con un adviento de sombras en calma.
Abre surcos el pensamiento del solitario
hasta tocar el embrión de lo iluminado,
y cada uno de sus deseos
se consuma en la vigilia con pulso
de un hondo ser sin nadie.
Desclavado de cualquier respiración
sabe llenar su pecho de mareas silenciosas,
y su meta está siempre en la partida.
Sin firmamento se desnuda el solitario
mientras es amado por lo que no existe.
Su destino es renacer
en la sorda transparencia del olvido.

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«En la poesía de Javier Lostalé las palabras son tangibles y arden: deseos, manos, pulso en entrega, labios».

Pablo García Baena

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EL ESPÍRITU DE LA LUNA

El espíritu de la luna no vaga por el espacio sideral sordo y ciego al crepitar humano, sino que invierte el sentido del tiempo, altera el ritmo de los seres con sus tormentas invisibles, prende la bóveda de los sueños. El espíritu de la luna habita entre nosotros hasta el punto de crearnos mareas íntimas, de abrirnos los ojos a un estuario de imágenes aún no holladas. Todos tenemos un lado mágico bañado por la luna. Cuando pasa un tren y su sombra retumba infancia, es luna. Cuando pesan las horas y todo parece ser lo mismo, y de pronto unas voces, o una luz transparente, nos inundan por dentro, y no sabemos por qué, es luna. Cuando en una conversación escuchamos unas palabras y sentimos entonces enormes ganas de viajar, o de llamar a alguien, es luna. Cuando subimos a la terraza y miramos los tejados como si fuera el mar, es luna. Cuando lo que nunca dijimos empieza una tarde cualquiera a arder y nos transfiguramos escuchando lo que tampoco nadie nos respondió, es luna. Si sentimos cómo las altas torres del orgullo caen y nos despojamos hasta la claridad del perdón, es luna. Si nuestro corazón sufre taquicardia de un nombre y se abandona a su dulce enfermedad, es que ha subido la temperatura de la luna. Si desde la puerta miramos la cama en la que murió nuestra madre y la vida es un remordimiento que nos purifica, hay luna en la habitación. Si el triunfo de los demás nos alza como un abrazo, y así, alegres, casi suspendidos, lo celebramos, es que la luna ha quemado los labios mudos de la envidia. Las lágrimas sin gafas para ocultarse, el llanto espontáneo como el que ante un amigo se desnuda, la cabeza en un hombro abandonada, todo, todo es culpa de la luna. Y cuando no hay nadie y nos volvemos locos de tanto ver en las sombras, es que la luna ha descendido de su reino y se ha hecho carne. Entre el nacimiento y la muerte, la luna arrasa los engañosos espejos y nos devuelve nuestra imagen verdadera. Somos tiempo en lunación. Astros de luz y sombra, como la luna. Un fuego inextinguible que no cesa, que como la luna navega un cielo siempre inalcanzable para los ojos humanos.

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«Un lirismo solidario caracteriza toda la obra de Javier Lostalé, cuya poesía es tan intensa como necesaria. En ella el amor no es sólo físico sino que alcanza dimensión ontológica y moral».

Jaime Siles

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HUMILDAD

Qué bello amanecer sin disputa
el de quien nombra el mundo
velado en su propia sabiduría
para así toda música escuchar
con su oído siempre nuevo,
pues posee la inocencia
del total encendimiento.
Como alba acude siempre
a levantar lo desposeído
hasta que crezca un sueño
que en alguien se multiplique.
Callado se apaga a la puerta de su jardín
para que brille intacta la rosa de todos,
y canta luego la dicha plena
de ser en lo que no le pertenece.
En sombra despierta cuanto ama,
y cuanto recibe lo convierte en pulso.
Claridad se le torna siempre
la lenta compañía de unos pasos.
Qué bello amanecer de sumas
para arder en un corazón solo.

_

CONFESIÓN

Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: esa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.

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«La poesía de Javier Lostalé está dotada de una gran fuerza expresiva y de una extraordinaria intensidad».

Luis García Jambrina

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LLAVE DE NIEBLA
En la vida todo lo abriste
con una llave de niebla,
por eso leerla hoy no puedes
borrado en su latido de humo.
Presa de tus propias palabras
viviste sellado al engaño de un sueño,
y de todo lo amado
sólo el pulso de una sombra quedó.
Nunca de una mirada
creaste biografía,
pues no hubo en ella
temblor de cobijo
sino ojo seco
de tanta ausencia.
Nunca estuviste
dentro de lo nombrado
hasta hacerlo
en tu lengua florecer,
por eso tus labios brillan
con el fuego pálido
de lo no nacido.
De un cuerpo abrazado
sólo supiste
su vértigo anónimo,
y de cada beso
su amanecer de olvido.
El mismo día fue tu vida,
el mismo horizonte sin nadie,
mientras un corazón abrasado
abre aún lo que no existe
y escucha su última respiración de ceniza.

 

LA FRONTERA

Todos vivimos en la frontera, a un paso de la felicidad y a otro del abandono y el desamparo. Somos unos refugiados sin territorio que estamos pendientes de que alguien nos nombre para sentirnos habitantes de algún lugar. Nos vestimos cada día sin saber cuántos grados de soledad seremos capaces de alcanzar, o si, por el contrario, nos sucederán tantas cosas que hasta nuestra chaqueta se sentirá extraña. Y al arribar la noche no sabremos dónde estamos, cuánto nos queda para llegar a la maravilla o al precipicio. Libramos una batalla con nosotros mismos en la que somos reyes y mendigos. Mientras nos ponemos la corona del triunfo y del dinero, nuestro corazón despojado muestra sus harapos. Todos vivimos en la frontera, en la invisible línea que separa palabra y silencio. Hablamos y no hacemos sino callar lo que realmente queremos decir. Guardamos silencio y nos desnudamos de tanto contar. Abrimos una puerta y cerramos un sueño. Tapiamos una ventana y los ojos se queman con un paisaje. Recibimos una carta y el tiempo pasado borra sus letras. Entre lo claro y lo oscuro navega nuestro pensamiento, y arde cuando sólo quedan las cenizas. Toca la verdad pero se ve deslumbrado por la mentira. Su alma es la razón y, sin embargo, a veces delira. Nada es como es y todo es como nunca fue. Así, instalados en esta frontera del desconcierto, transcurrimos. Nuestros labios mueven el aire del beso y una piel se estremece mientras huye. Nuestras manos se tienden sobre un cuerpo y se vuelven sordas. Queremos hacer algo y nos llaman de otra parte. Nos quedamos quietos y giramos veloces empujados por deseos y presencias. Perseguimos lo imposible y pasamos de largo ante lo que nos ofrece su compañía. Afirmamos estar enamorados y nunca medimos el amor por la calma de los días. Decimos sí, y sólo pensamos en nosotros. Escribimos no, y entre las dos letras tiembla la duda. Plantamos una rosa y crece sólo la herida hecha por sus espinas. Todos vivimos en la frontera, anudados a la paradoja, sirvientes del dolor en la alegría y de la ignorancia en el saber. Todos vivimos con una lágrima dentro de la felicidad. Todos somos lo que perdemos y escuchamos lo que nunca nos dijeron. Todos habitamos aquello de lo que fuimos desterrados. Todos pregonamos unos principios desmentidos luego por nuestros actos. Y al cruzar a la otra orilla nos ahogamos arrastrados por las voces que ya no oímos. ¡Qué delgada frontera abre y cierra nuestra vida!

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«La poesía de Javier Lostalé bebe de las fuentes de la mística de Rilke, la poética del deseo de Cernuda y la pulsión surrealista de Aleixandre. Poeta de la memoria, se complace en la melancólica evocación de lo perdido, más también en la agónica necesidad del Otro».

Eduardo García

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Radio y fomento de la lectura

Poeta, periodista y crítico literario, durante treinta y seis años Javier Lostalé trabajó en Radio Nacional, donde dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a la promoción de la lectura. Con el también poeta Ignacio Elguero creó en el año 2000 el programa de poesía “La estación azul”, del que en la actualidad sigue siendo colaborador. Es autor del libro Quien lee vive más, textos sobre la lectura editados por Polibea.

Crítico y antólogo

Como antólogo, Javier Lostalé preparó la Antología del mar y la noche, de Vicente Aleixandre, y Edad presente. Poesía cordobesa para el siglo XXI en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara. Ejerce habitualmente la crítica literaria en las revistas “Mercurio” y “Turia”.

Reconocimeintos

Perteneciente a la Academia Castellano-Leonesa de la Poesía, obtuvo el Premio Nacional de Fomento de la Lectura a través de los Medios de Comunicación; y el premio Francisco de Quevedo por su libro La estación azul (poemas en prosa). Su nombre apareció por primera vez en la antología Espejo del amor y de la muerte, preparada por Antonio Prieto y con una nota introductoria de Vicente Aleixandre.

Reside en Madrid.

 

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