Delmolinistas y otros náufragos del bigmac

Delmolinistas y otros náufragos del bigmac

Se ve que algunos, y reconocidos, no satisfechos con lo que encuentran cada mañana frente al espejo o a su lado en la cama, imparten larga la docencia de feriante: todo es humo y feliz confusión, hasta que remiten los gritos y al gusano loco lo silencia el tintineo de hielos.

Es así que, terribles de apacibilidad, entran en fuego y las dentelladas aturden como una zarzuela o copla señaladas. Según. Han cedido jurisdicción y se encuentran cual toros embolaos, fuera de los límites de su ferralla (coches de choque o “cultural” de algún periódico importante), y ya se hunda el mundo que el umbral sensorial se les estrecha sólo a lo ancho de la cintura (muchas de ellas cuidadas de bigmac, o espeto de parruchas). O sea que no hay más plano que el que su experiencia encaja, y si la panorámica incorpora otras imágenes, estas son de peor lámina.

Organizadores de ocio, bronces del ajedrez patrio, ajenos a descuideros.

Y hete aquí que, en business desde la última derrota, entramos, ya digo, los descuideros.

Chato: Quienes cedían sus likes o “vale para 1 viaje” de pronto se apagan a los ritmos beat de King África y a algún pantalón apretado, y esto es difícil de asumir; ¡a ti, que tantas encuestas encabezas! La edad no influye en realidad en el asombro de frustraciones; cualquiera tiene a ojo a una mujer ajena, y la satisfacción de muerte y resurrección de su certeza marital.

Pero los del ajedrez patrio: la mayoría ostenta la titularidad de alguna columna, y desde tales cotas de entropía actúan: solo que la medida de desorden, calibrada desde el cómodo algodón de unos cuantos euros, no es garantía de novela del siglo.

Delmolinistas (por ejemplo): chupadme un pie. Las palabras, como las mujeres, cuentan pas de titularidad.

Una y mil veces, troll o gnomo o licenciado vidriera (llámame equis), te gagué a la hembra. Lo mismo que la columnita. Palabra.

Siguiente:Algunas notas sobre la victoria de Pedro Sánchez