José Víctor Martínez Gil, Francisco Garzón Céspedes, narradores orales escénicos, contar cuentos

«Contar cuentos oralmente alimenta la capacidad de amar»

Hace 25 años, la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica instituyó el 20 de marzo como el Día Internacional de la Narración Oral. Francisco Garzón Céspedes y José Víctor Martínez Gil, a quienes a partir de ahora me referiré por sus nombres a secas, son las caras visibles de este movimiento vivo, propuesto y creado por Francisco desde 1975. A continuación, un recorrido por tres lugares distintos con estos artistas que, apasionados por contar, se entregan, se desnudan, como cada vez que entran en escena.

Contar cuentos, narración oral escénica, Francisco Garzón Céspedes
Francisco Garzón Céspedes. Fotografía de Liliana Pedroza.
Contar cuentos, narración oral escénica, Víctor Martínez Gil
Víctor Martínez Gil. Fotografía de Liliana Pedroza.

I

LA CHOCOLATERÍA

Francisco y José Víctor esperan en el interior de la Chocolatería Valor. Asomada por la puerta de vidrio puedo distinguirlos sentados, uno al lado del otro, en una de las mesas redondas. En estos días, sin duda, la mejor opción es resguardarse en un lugar cálido. Aunque la primavera nos abraza, los vestigios del frío invernal y la lluvia desparramándose a su antojo, los cuerpos reclaman calor. Además, para este primer encuentro es el sitio ideal: simbólico y palpitante, enclavado en la Calle del Postigo de San Martín, bajo el amparo de la estación del metro Callao y la imperdible Calle de Preciados.

Unos cuantos días han transcurrido desde esa mañana en la que mi apetito por descubrir nuevas experiencias acechaba. Entre todas las idas y vueltas que impregnaron la conversación, uno de los cuentos escuchados todavía permanece real, latente, vivo. Mientras escribo estas líneas saboreo cada palabra así como mi boca se deleitó con la intensidad del chocolate maya, una mezcla de cacao puro fundido con canela. Regalo para las papilas gustativas, pero también para el corazón: «El gato y la gata», un cuento de amor que hace muchos años Francisco escribió especialmente para que José Víctor lo contara, una historia que ha llevado «magistralmente» por el mundo.

Un gato, todo negro, se hallaba siempre en el salón de la casa.

Enfrente se hallaba una gata, toda blanca.

El gato amaba a la gata, o debía amarla, pensaba el único niño de la familia. Y la gata también amaba apasionadamente al gato, o debía amarlo.

Tanto el gato negro como la gata blanca eran de porcelana. De una porcelana muy costosa.

El niño había intentado poner el gato negro y la gata blanca en una sola de las dos mesas del salón, para que estuvieran uno en contacto con el otro, y, no, frente a frente. La madre del niño se había opuesto porque ninguna de las dos mesas era grande y las figuras de porcelana podían caer y romperse.

El niño tomó una decisión. Estaba convencido de que el gato y la gata se amaban y convencido de que si se amaban debían estar juntos, tiró el gato negro al suelo, tiró la gata blanca. Y con amor mezcló, mezcló todos los pedazos.

Contar cuentos, narración oral escénica, Francisco Garzón Céspedes

«Este es el gran cuento —añade José Víctor cuando finaliza el relato— el primero que conté oralmente, escrito y dirigido por el Maestro Francisco Garzón Céspedes en el mismísimo momento en que fue escrito. Contarlo es un privilegio absoluto». En ese instante, perpleja y un tanto desconcertada, me reconozco, igual que él, afortunada. Jamás, confieso, alguien me había contado un cuento de esa manera, mirándome fijamente a los ojos y llevándome con sus gestos, con sus posturas, a participar en un removedor acto de amor. Entonces, descubrí que la narración oral encierra un enorme universo…

La narración oral escénica, explica Francisco, es la renovación del antiguo arte de contar y la fundación de un nuevo arte oral escénico comunicador —de contar con todos, desde todas las fuentes posibles y en todos los espacios para potenciar la comunicación oral en la sociedad—. Una propuesta que nació en 1975, cuando este artista cubano codirigía «La Peña de Los Juglares», en La Habana y a partir de sus numerosísimos viajes por América Latina y España, extendiéndolo recientemente por Europa, acompañado de José Víctor. «Un arte en el que por primera vez la narración oral es vista desde la oralidad y no la escritura, desde las ciencias de la comunicación de masas y las leyes generales de la escena, pero tajantemente no las del teatro».

Más que un gran talento, las armas del narrador oral son la voz, los gestos y las palabras. Quien narra es una persona transparente que vive la pasión por contar todos los días con bondad y al mismo tiempo implicada en el trabajo constante para lograrlo. «El narrador se entrega a un proceso abierto, donde el cuento se lo cuenta a sí mismo para instantáneamente contarlo con su público interlocutor», señala José Víctor. Cada vez que alguien cuenta lo hace desde su personalidad; es decir, no interpreta ningún papel. Es un instante de desnudez en el que cuenta con su propia vida.

II

EL PARANINFO

Esta tarde, después de saltar de edificio en edificio, por fin encuentro la Facultad de Filosofía / Filología de la Universidad Complutense. «Cuentos para disfrutar» es el nombre del espectáculo que, por vigésimo año consecutivo, se celebra en el Paraninfo. Poco a poco los narradores participantes y el público entusiasmado empiezan a congregarse en el auditorio. Desde mi asiento, me percato de la ausencia de Francisco —quien se quedó estructurando próximos eventos—, cuando José Víctor sale al escenario a recibirnos. Antes de arrancar con su cuento, nos agradece por estar allí, por haber venido, especialmente porque es viernes por la tarde y, además, llueve.

«El primer aplauso de la noche —aclara— será para ustedes. No teman sacar sus paraguas porque puede ser que la lluvia también nos alcance aquí adentro», advierte. Seguidamente nos ofrece «La Danza de la Lluvia», un verdadero ritual de invocación en el que no caben, ni valen, creencias en malos augurios, ni supersticiones. En ese lugar todos estamos dispuestos a empaparnos…

La danza de la lluvia
Vídeo de Cuentos Orales – Ciinoe. José Víctor Martínez Gil, Director Ejecutivo de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, deleitó al público con «La Danza de la Lluvia», un ritual de aplausos en el que no cabe el temor por los malos augurios.

La comunión profunda que se establece entre quien narra y escucha nace de la comunicación humana y oral artística. Una comunión que, a juicio de José Víctor, es total, incomparable, irrepetible y —diría— perfecta, porque abarca toda la razón y el sentimiento de quienes comparten ese momento. «La comunión entre el público interlocutor y el narrador oral escénico se define en el ‘aquí y ahora’ de la oralidad».

Tal es la unión que percibo entre Francisco y José Víctor, dúo indivisible, inseparable, poco tiempo después de que ambos se cruzaran en Ciudad de México, en 1995. José Víctor, de profesión arquitecto, se inscribió en un taller de oralidad porque creía que esa era la forma de mejorar su oratoria y perder la timidez pues estaba a punto de trabajar en proyectos que requerían mayor soltura de su parte. La intención era descubrir unas cuantas fórmulas para la conversación, pero no sospechó que su vida cambiaría: quería contar.

«Al percibirlo y escucharlo en uno de mis talleres presentí que querría que José Víctor fuera mi principal colaborador. Nuestra colaboración nos ha permitido afrontar las tantas dificultades de emigración y crisis económicas; seguir haciendo más y mejor, diverso e influirnos para completarnos», relata Francisco. Una intuición que, finalmente, se convirtió en certeza pues llevan la batuta de la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica, dedicada a formar narradores comprometidos con el arte de contar oralmente.

A Francisco, muchas veces, lo han llamado «el mejor contador de cuentos del mundo». José Víctor, en seguida, se hace eco de esta aseveración. «Francisco es el mejor contador de cuentos del mundo. Quien sabe lo que dice, no duda en afirmarlo. Además, tanto la prensa internacional como personalidades e instituciones de la cultura lo han dicho porque lo han constatado una y otra vez». Francisco, interviene: «Con el paso de los años, y qué suerte, hoy el mejor del mundo es José Víctor. Estoy orgulloso, es ante todo su propio logro. El de un ser que viene de lo humilde y es profundamente talentoso y creador».

Sin embargo, más allá de pretender elogiar sus talentos, prefieren asumir, conscientes, la responsabilidad que implica contar oralmente. También de que es necesario devolverle socialmente aún más el valor que merece el arte de contar cuentos orales. Es la herencia de la tribu que comulgaba entre sí en el encuentro con el cuentero comunitario y sus historias. Es la experiencia que revela la condición humana de ser sociales y colectivos, que nos recuerda que comunicarnos es comprender y comprendernos.

Contar un cuento te puede cambiar la vida y cambiar la de quien te escucha… ¿Qué vidas han cambiado a lo largo de estos años?

Francisco: Lo afirmo con humildad: a muchas vidas y de las varias generaciones de país en país, divirtiendo, emocionando, compartiendo mensajes de lucidez y esperanza, positivos y originales para reflexiones… En mi caso también con mi poesía y su decir y mi poesía oral.

José Víctor: La primera persona a la que le cambia la vida es al narrador oral escénico que encuentra y hace suyo ese cuento al interiorizar lo que cuenta. Es difícil saber a quiénes les ha cambiado la vida, porque puede que el cuento oral le cambie la vida a alguien en el momento de vivirlo o tiempo después. Pero seguramente son muchas cada día.

¿Y cómo ha cambiado la vida de Francisco y la de José Víctor?

Francisco: Sumando responsabilidades al formar continuamente en oralidad y comunicación y priorizando lo oral comunicador a nuestras profesiones originales e integrándolas.

José Víctor: Mi vida cambia constantemente porque entre muchas de las obligaciones del artista oral escénico es la de ser un investigador y observador permanente y preparado. Todo cuanto vivo es digno de ser contado porque vivo intensamente. En cuanto al descubrimiento de esta profesión y a Francisco Garzón Céspedes me han cambiado para siempre haciéndome una persona más responsable y comprensiva con todo y con todos.

Contar cuentos, narración oral escénica, José Víctor Martínez Gil

III

LA CASA

«La primavera, entre mucho, es una certeza de que los ciclos se renuevan infinitamente tal y como intentamos nosotros», comenta Francisco. Estamos los tres juntos de nuevo, esta vez, en la intimidad de su hogar, donde cambiamos chocolates por frambuesas. Un piso donde sus vivencias como narradores están resguardadas en distintos estantes y muebles, en forma de recortes de periódicos, carteles, libros, fotografías, trípticos, invitaciones. Allí se esconde la infinidad de voluntades creadoras en textos, grabaciones y filmaciones, pero también en los ecos que aún quedan de sus conversaciones. Una casa-museo que vibra porque en cada nota escrita hay verdad, reconocimiento, justicia e historia.

Estos días transcurren a punta de esfuerzos, preparando eventos, acciones y presencias en Colombia, España, México y Suiza. El reto, luego de tantos años de trabajo, sigue siendo «reafirmar la conciencia como práctica de que lo oral nos define como humanos», asegura Francisco. José Víctor, por su parte, se propone «reconocer en Francisco la paternidad del movimiento del arte de contar cuentos oralmente, y difundirlo con toda su pureza y significación por el mundo».

¿Qué experimentan al ver más de tres décadas de trabajo reunidos en sus archivos? ¿Son suficiente soporte de la memoria?

Francisco: Los testimonios son Historia y documentan, comparten trayectorias de lo humano e ideas mueven ideas. La memoria está viva y también es lo intercambiado, recibido, extendido.

José Víctor: Son importantes porque son documentos históricos que avalan entre otras cosas, dónde, cuándo, cómo y quién comenzó esta apabullante historia. Son documentos que hacen justicia a la historia de la narración oral y de la narración oral escénica, y al mundo y universo del arte de contar cuentos oralmente que existe hoy en todo el planeta.

No somos eternos… ¿Temen o han temido que este arte, luego de ustedes, no continúe?

Francisco: Mientras seamos los humanos que somos, la oralidad es y será insustituible; y es y será la comunicación por excelencia, así como nuestro principal instrumento.

José Víctor: Creemos en las buenas personas, y en que en esta apasionante tarea siempre habrá profesionales que darán continuidad.

Es cierto que es difícil “vivir” del arte de contar, pero… ¿Qué es lo que los impulsa a seguir, a no abandonar?

José Víctor: El amor. Porque contar cuentos oralmente alimenta la capacidad de amar.

Francisco: Uno no vive de, sino que lo vive. No se abandona la propia existencia.

Contar cuentos, narración oral escénica, José Víctor Martínez Gil

Contar cuentos, Narración oral escénica, Francisco Garzón Céspedes

 

 



Fotografías por gentileza de Gerardo Sanz.

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  • María Laura Padrón

    Valencia, Venezuela, 1992. Transeúnte y periodista. En la búsqueda permanente de las historias detrás de los rostros, gestos, pisadas. Haciendo malabares en este mundo circense, en el que aspira jamás perder la capacidad de asombro ante lo que, en apariencia, resulta nimio. Su trabajo periodístico ha sido publicado en los diarios venezolanos El Nacional y Notitarde y en la revista digital Clímax. En España, en El Plural y Diario16 y en la revista penúltiMa.

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