Pumuky, Jaír Ramírez, Música

«Cuando piensas en términos de creatividad, todo lo demás deja de tener importancia»

Entrevista a Jaír Ramírez, líder de Pumuky

Pumuky es uno de los grupos de la escena indie canaria con mayor proyección nacional e internacional, un referente para todos los que amamos la música que se aleja de la corriente oficial y que es capaz de hacernos mirar nuestra realidad de forma distinta. Con cuatro álbumes a sus espaldas, Pumuky acaba de reeditar el EP Los exploradores perdidos (WeAreWolves, 2017), diez años después de su primer lanzamiento, y lo han hecho por todo lo alto, con una gira que les ha llevado a ciudades como Madrid, Badajoz, Sevilla, Valencia o Córdoba. Celebramos este aniversario tan especial con Jaír Ramírez, su líder y fundador, en la Asociación Atlas en Las Palmas de Gran Canaria, y aprovechamos la ocasión para hablar de paisajes geográficos y sonoros, de expediciones al fin del mundo, de justicias e injusticias poéticas y del lugar que ocupa la vida en su música.

Jaír Ramírez, Pumuky, Música
Jaír en la azotea de la Asociación Atlas Gran Canaria.

¿Cuál fue el punto de partida de esta aventura y quién les acompañó en el trayecto?

Los exploradores perdidos es un trabajo importante para mí porque marcó un antes y un después en nuestra trayectoria. Yo inicié la aventura de Pumuky como un proyecto unipersonal; de hecho, el debut de Pumuky —titulado De viaje al país de las tormentas— lo grabé yo solo en mi casa, viviendo ya en Gran Canaria, en un pequeño apartamento en la playa de Arinaga. Sin embargo, me apetecía que Pumuky fuera un lugar que me permitiera disfrutar también de la compañía de otras personas, entonces con el tiempo se me fueron uniendo mi hermano Noé, Darío y Yeshúa, dos amigos de la infancia de mi pueblo natal, Icod de los Vinos, y David Giménez, que formó parte de una banda de Tenerife llamada Cabeza Borradora de la que era muy fan. Con ellos formé lo que podría llamar mi primer grupo de música, y con ellos entré por primera vez en un estudio profesional de grabación, donde registramos juntos Los exploradores perdidos.

Con este EP también sentí lo que era trabajar con otros músicos a los que admiraba, como Pedro Cantudo, miembro de bandas que nos gustaban mucho como Limousine y Jubilee, y dueño de los estudios Sequentialee, en Andújar (Jaén), donde grabamos estas canciones. Y otros como Abraham Boba —ahora miembro del grupo León Benavente—, que colaboró tocando pianos y diferentes teclados, o David Cordero, músico detrás del proyecto Úrsula.

Todas estas circunstancias convirtieron este mini álbum de cinco canciones en un episodio destacado en la trayectoria de Pumuky.

¿Qué les sirvió de inspiración?

La música que uno hace no deja de ser una especie de fotografía de su vida en un instante en particular. Sin embargo, me cuesta tener claro cuáles eran nuestras influencias en ese momento, porque yo siempre defiendo que en nuestra música no me dejo influenciar por algo demasiado concreto, más bien tengo la sensación de que en algún lugar en mi cabeza hay una especie de caldo de cultivo que contiene muchas cosas mezcladas, libros que he leído, películas que he visto, música que he escuchado, personas a las que he conocido, y de allí voy recogiendo las ideas que luego plasmo en las canciones. A veces escribo una canción y con el tiempo caigo en que esa idea viene por este libro que leí, o un arreglo musical me suena familiar a esta otra canción, pero no era consciente de ello cuando la estaba componiendo. A través del subconsciente uno va conectando con muchas cosas que han formado o forman parte de su vida, sin que uno sea siempre consciente de ello.

¿Cómo fue revisitar estas canciones después de tanto tiempo?

Fue un proceso emocionante. Todo surgió porque como el disco estaba descatalogado desde hacía muchos años, si no recuerdo mal sólo editamos unas 300 copias, con frecuencia la gente nos escribía o se nos acercaba después de los conciertos para preguntarnos cómo podían conseguir el disco, y claro, ya no era posible, a no ser que lo encontraran en tiendas de segunda mano o a través de alguien que lo tuviera y quisiera desprenderse de él. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que se cumplían diez años de su lanzamiento, y pensamos que no era mala idea reeditarlo, ya que había un público que se interesaba por él; y de paso, aprovechar para aportarle algún plus: preparar una nueva portada y sacar el disco por primera vez en vinilo. Lo hablamos con WeAreWolves, un sello discográfico de Sevilla con el que estamos aliados. A ellos también les encantó la idea, así que por fin el disco salió de nuevo a la luz, con una reedición que se publicó a finales del año pasado.

Al escuchar de nuevo las canciones, porque hacía bastante que no lo hacía, me resultó curioso que, a pesar del tiempo transcurrido, las sentía bastante cercanas. Y es que con el paso del tiempo me he percatado de que hay un hilo conductor que conecta toda nuestra discografía, y que realmente no hay grandes diferencias, ni de sonoridad ni de temática. Esto podría ir en nuestra contra, o a favor, porque nos ha permitido crear un microuniverso sonoro que la gente que nos sigue identifica fácilmente. Pensamos que está bien así, y que tampoco hay que forzar la diferencia como una norma, porque al final, si realmente quieres hacer algo auténtico, la clave es hacer lo que te sale de forma natural, aunque creas que te repites. Si no sientes la necesidad de hacer cumbia electrónica, pues no la haces, por muy de moda que esté. En ese sentido, fue bastante bonito escuchar las canciones y sentir que sigues conectando con ellas.

Los exploradores perdidos, Pumuky, Jaír Ramírez
Portada de «Los exploradores perdidos», de Pumuky.

Las islas siempre me han parecido lugares estimulantes y surrealistas, y siempre me ha interesado la dualidad entre estar perdido en la mitad de ninguna parte y la fantasía de encontrar tu verdad en lo más remoto. ¿Cómo les ha influenciado a nivel artístico y personal el hecho de haber crecido en Icod de los Vinos, en Tenerife, y también tu paso por Gran Canaria, donde resides actualmente?

Estoy totalmente de acuerdo contigo. El lugar donde vives, quieras o no, termina moldeando tu obra, tus ideas y pensamientos. Crecer en un sitio como el norte de Tenerife, en un pueblo no muy grande y en cierto sentido algo aislado, un lugar tranquilo, ha afectado en parte al ritmo de nuestra vida y, en consecuencia, al ritmo de nuestra música. Siempre recuerdo Icod de los Vinos como un lugar con muchos rincones escondidos; son el tipo de imágenes que me vienen a la mente de mi niñez y juventud allí. Este matiz pausado que pueden tener nuestras canciones, y también el hecho de que existan muchos lugares ocultos dentro de la misma canción, diferentes luces y sombras, creo que está relacionado con el lugar del que venimos. Uno de mis principales objetivos cuando hago música es buscar la belleza, me parece más importante incluso que el mensaje, porque creo que cada persona es capaz, en su fuero interno, de encontrar las respuestas a sus preguntas sin la necesidad de que nadie le esté dirigiendo en demasía.

Vivir en un lugar donde tienes el mar tan presente, un lugar donde hay grandes acantilados cerca, donde sientes ese vértigo, quieras o no debe afectar a tu música, aunque no sepas explicar cómo lo hace exactamente.

¿Qué fue lo más difícil a la hora de crear una banda desde la ultraperiferia y qué fue lo más inspirador a la hora de explorar su potencial, teniendo en cuenta el alcance tan amplio que ha tenido Pumuky, no solo en España, sino también en toda Europa y América Latina?

Está claro que vivir en las Islas es un desafío por lo que comentas de la ultraperiferia, aunque lo más difícil para nosotros ha sido mantener un grupo de personas estable en la banda con el que trabajar, porque es frecuente que muchos canarios se marchen fuera por temas laborales o para estudiar, o al contrario, que los que se quedan no estén dispuestos a afrontar proyectos que impliquen salir fuera con frecuencia. Pumuky tiene siete trabajos discográficos y en cada uno de ellos hemos tenido una banda distinta. Los únicos que seguimos desde el principio somos mi hermano Noé y yo.

Entre las ventajas, destacaría en primer lugar la idiosincrasia de la gente, el ritmo de la vida aquí te permite tomarte las cosas de otra manera. En nuestro caso, eso se traduce en tener tiempo para meditar en la música que queremos hacer, sin recibir demasiadas influencias externas. A veces, vivir en lugares muy ajetreados te puede distraer en exceso, y cuando uno recibe demasiadas distracciones no es fácil afinar el tiro, conectar con sus verdaderas inquietudes. Creo que aquí en Canarias sí hemos tenido el escenario adecuado para poder hacer la música que necesitábamos hacer.

Noé Ramírez, Jaír Ramírez, Pumuky
Noé y Jaír Ramírez. Fotografía de Zhana Yordanova.

Desde la primera expedición de la que tenemos constancia por la crónica de Plinio el Viejo hasta Colón o Magallanes, las islas Canarias siempre se han visto como la última parada antes de perderse por mares nuevos, una mezcla de refugio y de punto de partida. ¿Cuáles son los recuerdos sensoriales más tempranos que te permitieron idear la noción de aventura?

Creo que la aventura siempre ha estado presente en nuestras vidas porque, al no vivir en una gran ciudad, con cruzar la calle ya te metías casi en el bosque. Lo primero que yo veía al salir de mi casa era una montaña muy frondosa, llamada La Furnia. De hecho, había partes que ni siquiera podíamos atravesar, de tanta vegetación. Solíamos jugar allí con frecuencia, o íbamos a volar cometas, y ese tipo de experiencias te estimulan. Hoy los niños pasan mucho tiempo viendo la tele, o con los videojuegos. No tengo nada en contra, pero a veces es necesario estar más en contacto con la naturaleza; se te despierta otro tipo de sensaciones. Otro recuerdo muy temprano que tengo es el de ir a bañarnos a las piscinas naturales de Garachico, El Caletón, subirnos a las piedras, lanzarnos al agua oscura sin saber qué había debajo. Cuando eres niño te lo imaginas todo diferente y especial.

¿Cuál es, en tu opinión, el aspecto más intrigante relacionado con la carga existencial que acompaña al explorador?

La carga existencial siempre está ahí. A mí me gusta mucho viajar, intento hacerlo con frecuencia, y me gusta por lo que descubres, pero también por lo que dejas atrás, lejos: tu vida, tu rutina, tu trabajo, tu familia… Con frecuencia necesito huir de mí mismo, estar en un lugar donde nadie sabe quién soy, donde no conozco a nadie. No es solo descubrir cosas nuevas, es alejarte de lo conocido, sin renegar de tu vida, también para descansar. Sobre todo ahora que la vida moderna satura tanto, que todos estamos tan obsesionados por exhibir nuestra vida privada y dar nuestra opinión sobre cualquier tema que esté de actualidad sin filtro ninguno, y sin guardarnos nada para nosotros mismos. Lo privado está desapareciendo, lo íntimo, las ideas que son sólo tuyas y que no tienes por qué compartir con el resto, salvo con algunas personas con las que estés en especial sintonía. Para mí la privacidad es muy importante, y cuando viajo busco eso. La idea del explorador siempre ha estado asociada con la búsqueda del sentido de la vida, algo que te dé respuestas, pero para mí también significa separarte de tu yo y huir de tu entorno.

Conectando el hecho de que muchos de los grandes inventos y muchos de los grandes descubrimientos son fruto del azar, y que uno de los temas recurrentes de Pumuky son los encuentros fortuitos, amorosos o no, quería preguntarte de qué manera percibes lo que solemos llamar destino y si ha influido de alguna manera en la trayectoria de tu banda.

No creo que el destino esté escrito, pero pienso que lo imprevisto repercute en todos, que nadie se libra del azar, de la casualidad. Eso nos influye constantemente, cada segundo de nuestra vida. Por lo tanto pienso que en cualquier proyecto el azar es uno de sus mayores protagonistas, y lo ves en cosas tan sencillas como conocer a un músico por casualidad que llega a ser una parte importante de tu proyecto, porque luego moldea la banda o el sonido, ya que también aporta su propio bagaje. Sin embargo, dar con ese músico ha sido fruto del azar, porque entre tantas personas posibles que podías haber conocido ha sido esa, y esa ha influido en el proyecto de determinada manera. Imagínate, en una banda donde ha entrado tanta gente, casi siempre ha sido como jugar a los dados. Es bonito que así sea, porque de algún modo te sientes libre, que no eres un robot ni una marioneta, que nadie te está controlando y eres dueño de tu destino…, sabiendo también que el azar puede meterte una zancadilla en cualquier momento.

Jaír Ramírez, Pumuky, Los exploradores perdidos

«Siempre estoy buscando algo/siempre estoy buscando», así termina una de las canciones de Los exploradores perdidos, que habla de la extrañeza de comprender que has llegado a un sitio concreto y lo difícil que resulta salir de ese lugar, la sensación de estar en un bucle, flotando. De algún modo, esa sensación podría explicar la trayectoria de Pumuky, la preocupación por expresar de la manera más precisa los mismos fantasmas, algo común en todas las grandes bandas pop, desde The Smiths a Slowdive o Saint Etienne. ¿Te identificas con esta idea?

En efecto, todas esas bandas son un referente para nosotros. Yo siempre he defendido que a los seres humanos nos preocupan las mismas cuatro cosas; somos muy parecidos. Al fin y al cabo, todos deseamos que nos quieran, que nos valoren, que nos escuchen, que cuenten con nosotros. También nos une otro tipo de necesidades más fisiológicas, más animales, pero en esencia son pocas cosas y son las mismas para todos, es mágico en cierto sentido. Puedes leer cualquier libro o escuchar cualquier canción y aunque el problema o la inquietud de esa persona sea diferente, ya que tiene sus matices, tú la puedes hacer tuya, porque puedes encontrar allí también tu pregunta, tu preocupación, tu deseo o tu anhelo.

En el pop resulta más fácil identificarte con las canciones, porque, entre otras cosas, los textos suelen ser más sencillos. En eso consiste la magia de la música popular, de esas bandas con las que puedes conectar tan fácilmente, a diferencia de otros géneros musicales que son más complejos, como la música clásica o el jazz. Nosotros siempre hemos tenido la intención de contar esas cuestiones universales que nos preocupan a todos de una forma sencilla, que en realidad suele ser lo más complicado. Es más fácil ponerte a escribir una canción, como hacen algunos grupos, donde parece que ninguna frase tiene conexión con la otra. Luego lees la letra y dices: «Sinceramente, no la entiendo». En apariencia puede parecer algo brillante, que la persona que la ha escrito debe tener una mente privilegiada para hacer un texto tan difícil de descifrar, pero suele ser todo lo contrario. Expresar una idea compleja de manera sencilla y conectar con los demás es mucho más complicado.

En la canción «Los dilemas del chico Puercoespín», incluida en el mismo EP, hablas de la inevitable relación ente amor y daño, de lo difícil que resulta a veces no herir o herirte en el proceso. ¿Cómo has vivido la búsqueda utópica del amor y de qué manera está presente en tu arte?

La idea del chico puercoespín está inspirada en el dilema del erizo, una parábola que escribió Schopenhauer sobre un grupo de erizos que tienen frío y se juntan para calentarse, pero al acercarse se pinchan con las púas. Entonces se separan, pero de nuevo tienen frío, se acercan y vuelven a pincharse. Es una idea muy básica, fácil de entender. El ser humano tiende a hacer lo que le resulta agradable, a su beneficio, una actitud que puede ser egoísta cuando estás en compañía de otra persona a la que esa forma de ser o proceder no le guste, ya sea una pareja o un amigo, y de ahí nace el conflicto. Uno procura controlarse, no liberar esa vena animal de luchar primero por uno mismo, por nuestro bienestar o por nuestras necesidades, pero no siempre lo consigue, y entonces surgen los problemas y las confrontaciones.

Jaír Ramírez, Pumuky, Los exploradores perdidos

Dedicarse a la música requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, pero muchas veces uno no obtiene la recompensa económica justa. ¿Qué sostiene al músico en los momentos más difíciles y de dónde procede la fuerza para seguir creciendo, sin traicionar la propia visión artística?

Tener una carrera musical en este país es tremendamente complicado. De hecho, el porcentaje de artistas que viven de la música en España es irrisorio, algo residual, pero aun así sigue habiendo muchísimas bandas. ¿Cómo lo hacen? Pues cada banda tendrá su manera, la mía es no pensar mucho en todas esas cuestiones. Quiero decir que si me lo planteara en términos de si esto me resulta rentable a nivel económico, fácilmente me frustraría. Pero como no pienso en esos términos, pues frustración cero. Nuestro secreto para llevar quince años sacando discos es amar la música. No necesitamos hacer música para gustarle a nadie. Si les gustamos a cinco personas, maravilloso; que les gustamos a diez, increíble; a mil, fascinante. Pero no lo haces por eso.

La sociedad, la escena musical y el sistema capitalista en el que vivimos te empujan a estar todo el tiempo produciendo cosas nuevas. De lo contrario te dicen: «Se van a olvidar de ti», porque están pensando en función de rentabilidad o cosas por el estilo. Pero cuando tú piensas en términos de creatividad, de que necesitas hacerlo porque es una purga para ti, o porque emocionalmente te ayuda mucho, todo lo demás deja de tener importancia. Lo esencial para nosotros es seguir disfrutando haciendo canciones. Y eso te da una libertad brutal, la libertad de escribir de lo que quieras, de componer y arreglar de la manera que quieras, porque nunca hay fracaso. ¿Por qué vas a fracasar? Hacer algo que no te gusta buscando un rédito económico, eso sí es un fracaso.

Siempre he pensado que hay algo muy literario en tus letras, una precisión poética envidiable. ¿Cuáles son tus influencias literarias? ¿Has escrito alguna vez poesía, sin tener en mente la música?

No, nunca he escrito poesía, no digo que no lo haga en un futuro, pero mezclar palabras con música es tan poderoso que no he sentido la necesidad de hacer poesía por el momento. La ventaja que tiene la música, en mi opinión, es que si un poema tiene fuerza, imagínate añadirle música. Sin desmerecer el resto de las artes, para mí la música ocupa el primer lugar, no porque sea la más difícil, sino por su capacidad para transmitir emociones y sentimientos. Te permite incluso expresar cosas que ni siquiera eres capaz de explicar de otra manera. Con respecto a las influencias literarias, serían muchísimas. Por ejemplo, Justicia poética tiene influencias del concepto de suprahombre de Nietzsche, que aparece en Así habló Zaratustra. La canción «El eterno femenino y el sexo del Universo» es Goethe y su Fausto. En Plus Ultra, la canción «Moriarty y la combustión espontánea», por ejemplo, es En el camino de Jack Kerouac, y también es Moby Dick. «La metamorfosis» es un homenaje a Kafka, y también me están viniendo ahora a la mente conceptos de Jodorowsky o de Hermann Hesse en canciones como «Lobo estepario contra caballos desbocados». Realmente nadie inventa nada completamente nuevo, y en nuestro caso ni lo pretendemos. Uno debe recibir estímulos, leer, conocer y escuchar. Estar muy abierto y luego, de lo que tú bebes, si lo mezclas, lo que presentas puede resultar novedoso, porque tiene tu toque personal y se convierte en algo único. Pero no es tuyo, como las ideas de Nietzsche no eran de Nietzsche. Todo es de todos.

Cuéntanos algo sobre los guiños que hacen en Los exploradores perdidos al inventor Léon Theremin.

Cuando conocí la historia de Léon Theremin, el inventor del theremin, me cautivó por diferentes cuestiones. En lo musical, porque el theremín es un instrumento pionero de la música electrónica, el único que se toca sin contacto físico, manipulando una especie de campo magnético que se crea alrededor de una caja con dos antenas, lo que lo hace totalmente mágico. Léon Theremin era ruso, en realidad se llamaba Lev Termen, pero americanizó su nombre cuando se fue a Estados Unidos. Indagando un poco más en su historia descubrí que allí conoció a una gran violinista, Clara Rockmore, que había sido una niña prodigio. Con el paso de los años, Clara enfermó y tuvo que dejar de tocar el violín, pero descubrió que podía tocar el theremín, porque no requería ninguna destreza física especial. De hecho ha sido la intérprete que mejor ha dominado el theremin en toda la historia —por ello se la llegó a conocer como «la diva del éter»—. Léon se quedó totalmente impactado, tuvieron un romance, pero no cuajó, porque ella no llegó a enamorarse de él. De ahí vino la idea de esta canción, «El eléctrico romance de Lev Termen y la Diva del Éter». Me sirvió para contar una historia muy sencilla, con la que te puedes sentir fácilmente identificado, sobre cuando una persona te gusta, pero no te corresponde, o al revés: cuando una persona quizá esté interesada en ti, pero tú no puedes hacer nada por satisfacer esa necesidad.

Leí hace un poco que en la tumba de Julio Verne, uno de los grandes exploradores literarios, estaba previsto que apareciera la siguiente frase: «Hacia la inmortalidad y la eterna juventud». ¿Crees que llegará un día en que te darás cuenta de que estás en el destino que siempre habías imaginado?

La frase es muy significativa. Por algún motivo, en el corazón del ser humano está grabado a fuego un deseo, el deseo de vivir. A no ser que uno esté enfermo, que esté pasando por momentos muy complicados, lo que realmente quiere el ser humano es vivir y vivir, y ser feliz, por eso a lo largo de la historia siempre ha ido en busca de la eternidad, incluso hoy en día a través de la ciencia y la tecnología. Es difícil saber lo que nos deparará el futuro, encontrar respuestas a todas las preguntas que nos hacemos, pero uno puede encontrar la paz en esa búsqueda, aunque no encuentre todas las respuestas, reconociendo que la vida puede ser maravillosa, y que cada día surgen pequeños milagros que hay que vislumbrar y disfrutar. El universo es prácticamente infinito, y nosotros ni una gota de agua dentro de él, pero aún así podemos encontrar nuestro lugar en el mundo. Ese sería el destino al que me gustaría llegar, sentirme en paz y no temer al futuro.

Jaír Ramírez, Pumuky, Los exploradores perdidos


PUMUKY / Taniyama-Shimura
Vídeo de «Taniyama-Shimura» dirigido por Borja Soler para Jabalina Música. Edición: Borja Soler. Director de fotografía: Álex de Pablo. Actores: Huichi Chiu y Akihiko Serikawa. El tema «Taniyama-Shimura» de Pumuky está originalmente incluido en su álbum «Justicia poética» (Jabalina 2015)

PUMUKY / La venganza de Rubik
Videoclip de «La venganza de Rubik», canción de Pumuky incluida en su álbum «Justicia poética» (Jabalina 2015). Edición a cargo Victoria Martín. Un concepto de Victoria Martín & Jaír Ramírez.

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  • Apostolos Mitsios

    Trikala, Grecia, 1979. Psicólogo, psicoterapeuta y periodista freelance, ha trabajado como editor adjunto en revistas como Yatzer o HG Issue, y ha escrito artículos para Monocle, META-magazine, Lifo y NT. Desde hace nueve años colabora con el Test de los Cuentos de Hadas, una prueba proyectiva para niños. Dividido ente la psicología y el periodismo, todavía busca esa tercera opción que lo reunificará todo.

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