Juan Salán, conciertos, música, cultura, Salán Producciones

Entrevista a Juan Salán

La plaza del Pilar bulle de vida. Cafés, pelotas, gritos y, a tan solo unas calles, el Océano Atlántico. Este ha sido el enclave elegido para que Juan Salán, promotor y productor musical, hable sobre su larga experiencia musical en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Tras más de treinta años de oficio, un pub e hitos, decide volver a su casa y afeitarse para las fotos, «que siempre hay que tener una buena imagen».

En el año 1987 fundó la empresa Salan Producciones, y a partir de ahí ha sido el encargado de traer a Los Ramones, Los Rodríguez, a Diego El Cigala o a Tanika Charles. Y no se cansa de seguir al pie del cañón. Una serie de retos y paisajes musicales que resume en la necesaria «sensibilidad empresarial» que mueve a su mundo de bajos, iluminación y proyección que ha acompañado a cientos de grupos locales a dar un paso más allá.

Se echa un cortado y que comiencen las preguntas.

Juan Salán, Conciertos, Música, Cultura

***

¿Cómo ve la escena musical de Las Palmas de Gran Canaria?

La veo muy bien, producida por la situación geográfica de las islas, somos un cruce de caminos que hace que en la creatividad haya muchos matices musicales, mescolanzas y sea efervescente. Pero esto no es ahora, desde los setenta siempre ha sido avanzada, y no lo decimos solamente nosotros, sino la gente que viene de fuera, que es la que siente esta diferencia.

¿Cree que es suficientemente conocida por la gente local?

Uno de los grandes problemas que tenemos es la falta de referencia. Cuando vives en la península o en un continente estás cerca de las demás poblaciones y hay un intercambio fácil. Los grupos locales no son muy conscientes de lo buenos que son.

Los medios de comunicación suelen dar cabida en sus agendas a estas bandas…

Es fundamental que esta actividad tenga más trascendencia a parte de los locales de ensayo y de los cuatro bares que hay para hacer conciertos. Aquí, por suerte, siempre ha habido gente que ha apoyado desde los medios la cultura, como Diego F. Hernández en La Provincia o Mario Alonso en el Canarias7, Luisa del Rosario, etc. Ha habido y hay una serie de periodistas que prestan atención y que publican en sus medios noticias sobre conciertos y proyectos.

Un grupo canario, ¿en qué medida depende de las subvenciones?

A veces los grupos para que lleguen a algo —que es muy difícil— necesitan un empuje. Si te fijas en los últimos treinta años, grupos canarios que tengan trascendencia más allá de nuestras fronteras serían: Efecto Pasillo ahora, Los Coquillos en los noventa, Palmera en los ochenta, cada década hay un grupo que llega. Pero es muy difícil, sobre todo por la insularidad. Y aunque haya apoyo desde las instituciones también depende mucho de la voluntad política. Ahora mismo en la situación que tenemos en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria hay una gran iniciativa para apoyar ese tipo de escenas, y el Gobierno de Canarias también tiene una serie de proyectos como Canarias Crea que a su vez ayudan a los grupos a pagar el transporte para que vayan a la Península a tocar, a Europa o a donde sea…

Instituciones emblemáticas como el Auditorio Alfredo Kraus o el Teatro Pérez Galdós están diversificando su programación. ¿Es suficiente?

Es un principio. Queda mucho por caminar. Ya el hecho de que un espacio como el Auditorio Alfredo Kraus, donde se programaban cosas muy conocidas, grandes, haya un pequeño espacio para grupos locales es muy importante. Ahora hace falta mucho más. Por ejemplo, hay iniciativas como el Festival Cero, en el que participan bandas nacionales de amplia proyección y se alternan con la participación de las locales.

¿Cree que hacen falta más salas alternativas?

Ese es un gran déficit que tenemos en la ciudad. Pero eso no es un problema institucional sino un problema empresarial. Ha de haber algún empresario que crea que con hacer música en directo va a hacer negocio, porque al fin y al cabo esto es un negocio, no una ONG musical. No ha habido la sensibilidad suficiente en las Islas, en general, para que haya salas suficientes para realizar eventos. Las hay, aquí en Gran Canaria tenemos el Nasdaq, La Choza, el Paper Club, pero son insuficientes comparado con otras grandes ciudades como Palencia, Segovia o Toledo. Tenemos el problema de la insularidad, traer un grupo de fuera, tenemos unos gastos que no tiene un tío de Burgos, y cuesta unos billetes, y eso para una compañía de bajo coste no vale, vale para ir con una mochila no con un grupo.

Sin embargo, se ha apostado por grandes escenas como la de Elton John, Luis Fonsi…

Si lo analizas un poco, ahora que hablamos de Elton John, que es una figura internacional: la gente solo va a los conciertos de grupos que conocen. Eso es una máxima. «Grupos que no conozco, no voy». Ya no existe la capacidad de ir y decir: “voy a descubrir este grupo”. Eso sí que pasaba en los 90. Es uno de los efectos negativos, de los poco que tiene, la globalización, ¿no? Tener la posibilidad de informarte de lo que pasa con este grupo, pues hala, lo escucho. Antes no había Internet, antes la gente se fiaba de uno. Yo tengo el ejemplo de una sala, que igual no la conocen, que se llamaba el pub “La Calle”, con una capacidad de unas cuatrocientas personas y en los noventa hice una programación de M-Clan, Los Rodríguez, Siniestro Total, Los Enemigos, infinidad de grupos que siguen estando ahí. En ese entonces sí que se fiaban de la programación que yo hacía, podía gustarles o no, pero sabían que eran buenos porque los traía, y así se conseguía fidelizar al público y este iba y pagaba la entrada. Hoy en día, con la información que tenemos, eso hace que la gente vaya solo a lo que conocen.

Y como promotor musical, ¿qué opina de la gratuidad de los conciertos?

Todos hemos hecho espectáculos gratuitos. Evidentemente, quien paga va a ver, quien no lo hace puede ir a ver o puede estar de espaldas o puede ir a charlar o puede ir a molestar… Y sí, claramente merma la calidad. Pero es inevitable hacer eventos gratuitos, lo que sí está claro es que si haces muchos eventos gratuitos luego, cuando cobras una entrada, no va. Entonces, la iniciativa privada, como yo, pues le cuesta vender entradas a 15 euros, que es un precio normal, hasta barato, por traerte una banda de fuera. Se te va en pagarles un caché, unos billetes de avión, un hotel, al final, el precio es ridículo.

Teniendo récord en llegada de turistas, ¿se nota en la afluencia de público?

El turista que viene, sobre todo el extranjero, es muy difícil que vaya a conciertos. Es un público de sol, de pulsera y de no salir del hotel. No creo que les importe mucho, exceptuando una pequeña cantidad de ese público, lo que pase aquí. Los hoteles, con todos mis respetos, en vez de poner a un tío con un teclado haciendo versiones de toda la vida, tendrían que poner cosas de más calidad. Entonces, si los hoteles, con todos los que hay en el sur, en vez de poner a un tío con un teclado pusiesen a una banda con temas propios pues seguramente la gente daría más valor a la cultura local y diría: «Este grupo que he visto es de Gran Canaria y qué bien suena». Pero como ponen a un tío con un teclado poniendo versiones de Joe Cocker… Pues eso es lo que les gusta, pero hay otras islas, como en Lanzarote, que sí que funciona, a los conciertos va público guiri. Pero es público que vive allí, reside, y que están acostumbrados a consumir cultura. Pero el público turístico que viene a esta isla, concretamente, yo no lo veo por la labor de salir del hotel.

Habrá que sacarlo de ahí…

Hay una iniciativa de la SGAE, tal y como me ha comentado su directora, que consiste en premiar a los hoteles que intentan dar algo más que eso. Pero es una cuestión de iniciativa privada, los empresarios son los que dirigen, si hubiese un poco más de sensibilidad por parte de ellos… Imagínate que todos los hoteles del sur programasen bandas locales en vez de poner a un tío con un teclado. Imagínate la cantidad de trabajo que se daría a esas bandas, que se quejan siempre de que no tienen trabajo ni puede pagar un autónomo porque les es imposible. Imagínate si cada hotel, o la mitad de los hoteles de las islas, programaran bandas locales… Se acabaría el paro de la música. Los hoteles estarían contentos, los guiris estarían más contentos y los músicos súper contentos.

¿El empresario canario es sensible a estas cuestiones?

Este es un negocio, pero hay que tener una parte romántica, sensible, musical. No puedes ir a ganar exclusivamente dinero, hay que arriesgar, hacer cosas sabiendo que vas a perder dinero para fidelizar a un público de calidad. Es difícil. Si vas con esa mentalidad, para eso montas una zapatería.

¿Hay mucha competencia entre el folklore y la música contemporánea?

Cada uno está en su gueto. Al folklore se le da más trascendencia, que si lo analizas bien tan solo un 2% o 3% es puramente canario, ¿de dónde viene la isa, o la malagueña, las polkas? Todo es influencia. El del Hierro sí que es autóctono. Somos un cruce de caminos. Por ejemplo, el reguetón, la música latina, para entrar a España o Europa primero entra por aquí. Yo me acuerdo de cómo Carlos Baute o Chayane tocaban en la Wilson, era una forma de promocionar e irlos metiendo. El reguetón entró por aquí, se amplifica, llega a España, se amplifica y así hasta Europa, como Don Omar cuando vino al Recinto Ferial hace diez o doce años.

Una de las mayores inversiones que se hace en la capital está en los centros comerciales, ¿se podría compaginar con la actividad musical?

Yo lo he intentado alguna vez. He hablado con gente de cine, para días en los que la programación está más floja e intentar hacer música en directo. Pero claro, esos son proyectos que no puedes hacerlos un día, o dos o tres, sino que tiene que tener una continuidad, y hay que apostar, por parte del empresario y por parte del promotor, ¿entiendes? Vamos a ir haciendo esto, pero la gente quiere resultados ya, y eso no es posible; y más en una sociedad que tienes que acostumbrar a pagar por ver espectáculos. Evidentemente, no puedes traerte a cosas súper conocidas, como hemos dicho antes, porque eso vale mucho dinero. Tienen que ser cosas de un precio asequible, que puedas cobrar una entrada de 10 o 12 euros, y la gente se quede contenta, el grupo gane, el empresario gane y yo, como promotor, gane. Para que la gente acuda a esos espectáculos hay que fidelizar un público y eso se consigue a base de tiempo y a veces no hay esa paciencia.

¿Qué falta entonces?

Si tú juntas la voluntad política con la empresarial puedes hacer muchas cosas. Una cosa que falta aquí, que siempre se lo digo a cualquier político que me llame desde hace quince años, es un espacio multidisciplinar auspiciado por el Gobierno, el Ayuntamiento o quien sea. Iniciativas que se han realizado en Santander, Burgos, que yo conozco, y ahora lo va a aplicar Lanzarote en un antiguo aljibe de agua que estaba cerrado. El consejero, y músico, Óscar Pérez, ha proyectado hacer una sala de conciertos, de exposiciones, de ensayo, una cafetería, una sala de conferencias… Aquí hay locales y espacios. Estos los montaría el Ayuntamiento y tendrían una gestión privada: si un local de ensayo te cuesta al mes 150 euros pues te lo deja en 80 euros. Entonces, eso gestionado por un privado puede dar más cabida, a escultores, pintores, gente de videoarte, tenerlos a todos juntos, tal y como existe en muchas ciudades de España. Es que en esta ciudad hay edificios que están muertos del asco. Por Hoya de la Plata hay un edificio cedido por el dueño para el usufructo de la juventud, que tiene hasta una capilla que podría ser una sala de conciertos cojonuda. ¿Qué significa eso? Gastarte un dinero, por ejemplo, unos 500 000 euros, que eso para un Ayuntamiento no es nada, y tienes ahí a todo el mundo concentrado y contento. Más capacidad, cabida, y sería un vivero de artistas… Que es un sitio serio, pagando, viniendo de tal hora a tal hora, y eso es lo que falta: un espacio multidisciplinar. Aquí en el Refugio, ¿por qué han dejado esa estructura? Antes era un almacén que daba servicio a los buques que llegaban, al lado está el hotel, y en esa esquina, ese solar entero es del Ayuntamiento, que se utiliza como almacén, y podría ser utilizado para esto. O como La Favorita, una fábrica de tabaco inmensa, donde estaban los cuarteles militares, que lo acondicionaron cuando optábamos a ser Capital Europea de la Cultura, y ahí daría cabida a mil tíos. Edificios hay, políticamente sería súper rentable y daría mucha vida a la gente, hoy mismo tenía a un grupo que buscaba local de ensayo, y cuesta encontrarlo y los que hay pues hay que compartir y demás… Todo el mundo estaría contento, se podría crear, cosas de calle.

Para eso también está el Conservatorio Superior…

El problema del Conservatorio es que los instrumentos que se estudian, como el violín, la trompeta, es que luego se tienen que ir fuera porque aquí no cabida. En la Orquesta Filarmónica, ¿cuántos canarios hay? Dieciocho creo, y son más de sesenta músicos. Son 7 millones de presupuesto y no tienen un vivero de músicos, una discografía propia, solo se dedican a dar conciertos y ya está.

¿Cuáles son los eventos de los que se ha sentido más orgulloso?

Bueno, hay dos. Uno de ellos, del que me costó mucho tiempo estar orgulloso de él porque tuvo una repercusión anímica económica importante, fue el de Los Ramones en el año 1993. Y otro evento ya hace unos ocho años con Chuck Berry, el padre del rock and roll. He hecho muchos conciertos y estoy muy satisfecho de conocer a gente muy importante que llevaba escuchando durante años, poder hablar, tantear, no solo de escucharles en discos o vídeos sino verles tomando un café.

¿Por qué decidió quedarse en Canarias?

Se vive muy bien, y me gusta mucho mi ciudad y mis islas. Me siento muy canario, a pesar de no haber nacido aquí. Y lucho más que los canarios, que muchos de ellos, por lo que pasa aquí. No lo digo, lo demuestro. Después de más de treinta años, tengo los mismos derechos que cualquiera. No solo hay que nacer, hay que demostrarlo también.

Juan Salán, conciertos, música, cultura, Salán Producciones


Fotografías de Manu Navarro.

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  • Carla Rivero

    Las Palmas de Gran Canaria, 1996. Estudiante de Periodismo por la Universidad de la Laguna y autodidacta por experiencia. Después de unos años viviendo en Barcelona, decidió que era hora de dar rienda suelta a su pasión por la escritura y la información, y ahora se encuentra en busca de nuevas historias. En sus ratos libres, se dedica a tocar el tenor, redactar noticias en el periódico PULL y a colaborar con la revista 7iM.

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