Patrón de barco, Islanders

«Siempre he estado muy unido al mar, toda mi familia ha sido marinera, desde mi padre hasta mis ocho hermanos varones. Yo empecé a trabajar en la pesca a los catorce años.
Faenábamos por la costa africana, desde La Güera* a Sidi Ifni**, antiguo territorio español. Pescábamos corvina, merluza, sama, etc. Estaba cinco meses embarcado y quince o veinte días en Gran Canaria descansando para volver de nuevo a la mar seis meses.
Aquello era durísimo, era un niño y vivía casi en la esclavitud, ganaba cuatro mil pesetas al mes trabajando día y noche arreglando pescado, hasta sangre largaba por las manos jalando de la traíña en la banda del barco. Las manos parecían papel de lija.
Todo ese pescado lo llevábamos a Nuadibú, Mauritania. Íbamos a puerto y volvíamos al mar continuamente, en aquella época había muchísimo pescado.
Con el pasar de los años me convertí en patrón y anécdotas de aquella época tengo para llenar dos libros, sufrí varios hundimientos y sobreviví a ellos porque Dios es grande. En uno de ellos pedí socorro a través de la costera y estuvimos en una balsa más de nueve horas.
En otra ocasión, casi hundiéndome, todos los marineros, entre ellos un hermano mío, fueron rescatados por el helicóptero, pero yo me quedé hasta el final para salvar el barco que estaba cargado de samas, el mar lo atrabancó y entró agua a la máquina, estuve achicando y, entre el maquinista y yo, logramos salvarlo. Un remolcador nos llevó a puerto.
El primer ametrallamiento que sufrimos fue en un barco sardinero de Lloret y Llinares que se llamaba “Cabo Juby”, saliendo de Mauritania, un poquito más arriba de Nuadibú. Los tiros venían de todos lados.
Otro fue en la punta del Cabiño, a 130 millas de Canarias, pero el peor de todos fue con el barco “Carmen de las Nieves”, me mataron a un marinero y yo escapé de milagro. Abandoné el puente y bajé a máquina, aceleré todo lo que pude el motor, echaba hasta fuego por la chimenea. La zodiac seguía detrás de nosotros disparando, pero conseguimos dejarla atrás. A lo lejos vimos una luz y fuimos directos a ella, era un arrastrero español, fíjate si estábamos desesperados que llegamos a chocar contra él. A partir de ahí empezaron a llamarme Pedro “el siete vidas”.
Era una vida muy dura, barcos muy pequeños que tenían un cachito de puente, un camarote para echarse a dormir y a aguantar temporales. Comías mojado, dormías mojado, te levantabas mojado, hacías vida en cubierta, el baño era en la popa del barco….
Juré no embarcarme más cuando casi me fui al fondo con el “Angelita”, y a los días estaba en el mar otra vez. Estaba dos o tres días en tierra y me ponía nervioso, tenía la necesidad de salir.
A finales de los 70 y principios de los 80 como patrón ganaba 500.000 ptas. cada diez días, era un dineral, pero aquel dinero se ganaba con sangre y sudor. Los marineros ganaban 150.000 ptas. Era para haber tenido cabeza, pero el dinero quemaba en las manos. Yo quemé bastante pero también ayudé a mi familia, éramos muchos.
Podría haber estado ahora con cinco apartamentos y estar millonario. ¡Los apartamentos en esa época valían lo que yo ganaba en diez días!
El barco traía 6000 kg. de sama grande, la de morro. Se vendía aquí, y de lo que se sacaba, la mitad era para el armador y la otra mitad para nosotros, así que imagina si se movía dinero o no.
Cuando dejé la pesca me metí en una empresa de remolcadores de Vigo, Remolcanosa, estuve quince años recogiendo cayucos. Vi cosas difíciles de asimilar, vi morir a mucha gente. En una ocasión, un cayuco con cincuenta subsaharianos se nos hundió delante nuestra, un golpe de mar los metió debajo del barco y se ahogaron todos. Nos pusieron psicólogos porque nos quedamos trabucados. Vivimos de todo.
Me retiré a los 65, fueron cincuenta años de trabajo duro, cincuenta años de esclavitud (risas).»

* La Güera es una ciudad deshabitada del Sáhara Occidental cercana a la ciudad de Nuadibú. La ciudad quedó deshabitada y abandonada por la fuerzas marroquíes durante la década de 1980 en el marco del conflicto saharaui. El nombre de La Güera procede de la palabra española “agüera” que identifica las zanjas hechas en un terreno para encaminar el agua de lluvia a los campos de cultivo.
** Sidi Ifni es una ciudad del sudoeste de Marruecos, en su costa atlántica y a 180 kilómetros al sur de Agadir. Fue capital del antiguo territorio español de Ifni.

Artículo que forma parte del proyecto Islanders, cortesía de Rubén Grimón