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Ese oscuro dispositivo de deseo

En este reportaje les contamos lo que hemos encontrado al investigar sobre la parte más oscura del uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) por parte de los menores. Hemos hecho un recorrido desde los inicios de la interacción de niños y adolescentes en la Red hasta hoy en día. Investigamos sobre el actual panorama de las TIC en nuestro país y nos planteamos algunas preguntas sobre las medidas que se están tomando para proteger a los más pequeños, los supuestos beneficios de estas tecnologías, sobre todo del smartphone, para los niños y las empresas, y sobre cómo hacer frente a los riesgos que supone para los menores el uso de ese oscuro dispositivo de deseo.

«Los alumnos que usan frecuentemente ordenadores en la escuela obtienen peores resultados». Andreas Schleicher, Director del Departamento de Educación de la OCDE .

«Hemos desaprendido a pensar, no sabemos nada, buscamos en Google desde la cuna hasta la tumba, el cerebro no se estimula y se atrofia: la sociedad se atonta». Manfred Spitzer, médico neurólogo, psicólogo, psiquiatra y filósofo.

«El horroroso y global crimen de la explotación sexual de los niños en Internet es uno de los desafíos de la humanidad y debe ser erradicado». Joanna Shields, Ministra para la seguridad en Internet del Reino Unido.

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Según datos del FBI y de Naciones Unidas, en el tiempo que ha tardado usted en leer el título y abrir este artículo, más de 1.500.000 pedófilos se han conectado a la red. Y la tendencia es al alza. Según la Internet Watch Foundation (IWF), en 2010 se identificaron 1.351 sitios web con contenido pornográfico infantil y de abusos a menores. En 2013 ya eran 13.182, un incremento del 1.000%. Y en 2016, esta organización analizó 102.932 URL (Uniform Resource Locator: secuencia de caracteres que identifica a cada página web), de las cuales 57.335 contenían imágenes de abuso sexual a menores.

La International Association of Internet Hotlines (Asociación de ayuda telefónica y en Internet), Inhope, realizó en 2014 un estudio parecido y encontraron 83.644 URL de este tipo en todo el mundo, un 71% más que el año anterior. En ese mismo año, el Centro Nacional de los Estados Unidos para Niños Explotados y Desaparecidos (NCMEC) recibió 4,4 millones de denuncias de imágenes de abusos sexuales en Internet. La magnitud del problema se puede comprobar cuando se compara esta cifra con los 3,1 millones de denuncias recibidas por el NCMEC en los 17 años anteriores.

The New York Times publicaba en 2008 un artículo titulado How Dangerous Is the Internet for Children? (¿Cómo de peligroso es Internet para los niños?), del periodista David Pogue, en el que llegaba a la conclusión de que la alarma de los padres era exagerada cuando se encontraban con que sus hijos veían imágenes de personas desnudas en la Red, ya que un niño de 7 años aún no tiene conciencia de lo que supone tal acto. Apuntaba el periodista que algunos padres podían tener reacciones extremas ante estos sucesos y los relacionados con el abuso a menores, amplificados por los medios, tendiendo a la sobreprotección de sus hijos, y que esta reacción podía ser, en algunos casos, más perjudicial para los niños que la experiencia que hubieran tenido online. El peligro real que encontró el periodista era el aumento del acoso en las redes entre adolescentes.

Años más tarde, en 2011, Le Monde publicaba otro artículo titulado Les dangers d’Internet pour les enfants largement relativisés (Los peligros de Internet para los niños, ampliamente relativizados), del periodista Damiem Leloup, que se basaba en una investigación financiada por la Comisión Europea y llevada a cabo por la London School of Economics en 25 países. El estudio llegaba a la conclusión de que estos peligros de la red para los más jóvenes eran sobrestimados: «Los padres tienen muy a menudo una concepción errónea sobre lo que los niños pueden considerar una experiencia traumática o desagradable en la red». Según los resultados de la investigación, la edad media para la primera conexión estaba entre los 7 años en Suecia y los  8 y 9 años en el resto de países, y, a pesar de que un 21% de los menores declaraba haberse encontrado con  «contenidos malsanos» (pornografía, incitación a la violencia, al odio o el racismo), solo un tercio de éstos consideraba que fueran experiencias desagradables. El ciberacoso afectaba apenas a un 6% de los niños y no se consideraba una experiencia traumática que perdurara en el tiempo.

También en 2008, casi en los principios de Facebook, que convivía aún con otras redes sociales como MySpace, el documental de la PBS (Cadena de televisión pública de los Estados Unidos) Growing Up Online descubría una generación de adolescentes y preadolescentes que creaban falsas identidades en Internet, contenidos de acoso a otros adolescentes y de promoción de la anorexia, que llevaron incluso a algunos menores al suicidio. En el documental, los protagonistas se mostraban seguros ante los predadores sexuales, y no se consideraba que fuera un problema grave.

Trailer del documental Growing Up Online, del programa Frontline, PBS. 22 de enero de 2008


Sin embargo, en 2017 y en un mundo cada vez más conectado, donde las cifras son de vértigo: 1.200 millones de páginas activas, casi 2.000 millones de usuarios de Facebook, 3.700 millones de usuarios en Internet y 5.200 millones de líneas de telefonía móvil; la Red se ha convertido en el escondite ideal para actividades ilegales como la pornografía infantil, los abusos a menores y el tráfico de niños. Esto, al margen de lo que sucede en la Deep Web, la «Internet profunda» cuyo contenido no está indexado en los motores de búsqueda, por lo que resulta casi imposible el rastreo de usuarios y servidores con actividades ilegales.

El peligro real del Internet que todos usamos a diario está en que también facilita el anonimato y el acceso —a adultos y menores— a esa páginas de contenido pedófilo y además ofrece la posibilidad de contactar con los menores, potenciales víctimas de abusos, a través de las redes sociales, chats, juegos online o aplicaciones de mensajería. Como declara el proyecto Innocence in Danger (Inocencia en Peligro): «Internet es libre. Los niños andan sueltos», para ilustrar que la pedofilia está en manos de redes criminales internacionales y que los menores están solos, como presas de caza al alcance de los pederastas.

En 2017 y a la vista de los últimos estudios realizados, el peligro de las TIC para los niños y adolescentes parece obvio, pero las medidas tomadas por parte de las autoridades y de las familias no están en sintonía con el aumento de las amenazas. Al menos en nuestro país, con un gran número de menores propietarios de un teléfono móvil con capacidad de conexión a Internet, no parecen coherentes con los datos y los consejos aportados por los expertos. No se trata solo del aumento descomunal de contenidos pedófilos y de los abusos a menores, sino también del ciberacoso entre los niños y la difusión de contenidos de carácter violento o racista, por lo que ya no se contempla a los menores solo como víctimas, sino como participantes activos de los males de la Red. Incluso algunos críticos llegan a plantear el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (Internet, teléfono móvil, etc., en adelante TIC) como perjudiciales para el desarrollo sano de los menores.

Vídeo de la plataforma Inoccence in Danger sobre la prevención de abusos a menores. 2012. Transcripción: Voz del niño: ¿Qué haces? Me das asco, basura. Déjame. Te mereces un castigo por lo que haces. Te voy a denunciar, ya verás.


¿Cuál es el panorama del uso de las TIC en España?

Según la encuesta de 2016 del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en Hogares, el uso de ordenadores entre los menores (de 10 a 15 años) es prácticamente universal (95%), casi la totalidad se conecta a Internet. Aunque el estudio no aporta datos concretos, también apunta que el manejo de ordenadores es «una práctica mayoritaria en edades anteriores a los 10 años». En cuanto a la disposición de teléfonos móviles (no se aclara si con conexión a la red), ésta aumenta en 2,8 puntos respecto al año anterior y se incrementa significativamente a partir de los 10 años, llegando a alcanzar al 94% de los niños de 15 años.

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Fuente: Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares. Año 2016. INE

¿Cuál es la opinión de los padres sobre el uso de las TIC por parte de sus hijos? Pues eso depende de a quién y en qué contexto se pregunte. Si bien en los encuentros de ocio de los niños o en las reuniones escolares una gran mayoría se muestra partidaria de cierta desconexión digital de sus hijos, la realidad contradice este deseo, pues son los propios padres —u otros familiares con su consentimiento— los que les regalan los dispositivos con conexión a Internet con la excusa de un cumpleaños, una comunión, las buenas notas, etcétera; además de fomentar su uso como medio de entretenimiento sin la debida supervisión. Incluso en algunas convocatorias de concursos organizados con la colaboración de los centros de educación pública, se premia a niños de 5 años con un dispositivo de este tipo.

Según el barómetro de marzo de 2016 del CIS, solo un 9,8% de los encuestados considera que el principal problema del país es la Educación, y un 2,4% declara que es la Crisis de Valores. Estos porcentajes bajan considerablemente cuando se les pregunta cuál de éstos es el principal problema que les afecta en su vida cotidiana: para un 3,2% es la Educación y para el 0,5%, la Crisis de Valores. Visto así, el panorama no resulta muy alentador para plantear una reflexión y debate serio sobre el peligro del uso de Internet y los dispositivos móviles entre los menores. En un contexto en el que el 77% de los encuestados declara que el principal problema es el paro y donde el 35% de los mismos dice verse afectado por él, no parece que el asunto tenga mucha cabida en la cotidianidad de los hogares españoles.

Solo un 8,6% de la muestra del estudio declara haberse arrepentido de haber enviado algún tipo de información, mensajes, vídeos o fotos a través de las TIC. Y solo un 6,1% dice haber tenido alguna vez problemas por contenidos que otros le hayan enviado. Así que el problema no parece existir, al menos entre los mayores de edad. Por otro lado, y curiosamente, el 68,6% de los encuestados tiene al menos un hijo y casi el 80% dice haber hablado con ellos, al menos una vez, de los problemas que entraña la Red.

Curioso porque para el 44,9% de los entrevistados los jóvenes «tienen dependencia de las nuevas tecnologías y eso es un problema para la educación en la familia», y para un 41,6% «los padres deben saber utilizar bien las TIC para poder educar con ellas a sus hijos». Lo que resultaría bastante difícil de llevar a la práctica para muchos de ellos si nos atenemos a las respuestas a la pregunta: «¿Le ha tenido que pedir alguna vez ayuda a su hijo/a sobre alguna situación surgida con las nuevas tecnologías (Internet,teléfono móvil, etc.)?». Estos son los resultados:

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Fuente: Barómtero 2016 del CIS

Y lo más sorprendente del estudio respecto a esta problemática es que el 37,7% de los padres reconoce que el riesgo más habitual al que están expuestos los menores en Internet es «la difusión de fotos o vídeos comprometidos». Pero solo un 6% cree que ese riesgo es el de «ser perseguido/a por sus opiniones, actitudes o comportamientos (ciberacoso)», y un 15,6% piensa que es el ser acosado u hostigado con el fin de obtener concesiones sexuales.

Según las conclusiones del III Plan de Acción contra la explotación sexual de la Infancia y la Adolescencia, de 2011, publicado por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad: «… se observa que los preadolescentes y adoles­centes perciben una preocupación por parte de sus progenitores, pero esa pre­ocupación en muchos casos se centra más en la intensidad del consumo que en los contenidos que manejan y en los usos que dan a las herramientas digitales».

«Helping young men to navigate responsibly online. Vídeo de la plataforma Internet Watch Foundation. 2017 Ver, compartir y distribuir imágenes indecentes de menores de 18 años en la Red es ilegal.


¿Qué medidas se están tomando para un mejor uso de las TIC por parte de los menores?

La gran mayoría de especialistas en conducta infantil y educación se decanta por una inversión en la formación de padres e hijos sobre el uso de dichas tecnologías y los peligros que entraña la red, pero también por cierta limitación de la edad en la que los niños pueden acceder a las TIC, sobre todo a los smartphones. Aunque esta última cuestión no es contemplada por los legisladores en la mayoría de los países, algunas instituciones y padres han creado iniciativas en este sentido.

Recientemente se llevó a cabo la primera acción internacional que coordinaba a la policía de diferentes países y en la que se detuvo a 39 personas, 17 de ellas en España, involucradas en una red de pornografía infantil a través de Whatsapp. Fue la operación Tantalio, que se anunció como el mayor golpe a la pornografía infantil en esta aplicación de mensajería. La investigación fue llevada a cabo por el Grupo de Acción Contra el Cibercrimen radicado en La Haya, y la lideró la Policía Nacional Española en colaboración con la Interpol y la Europol.

Cada cierto tiempo es noticia el desmantelamiento por parte de la policía de alguna red de este tipo dedicada a compartir pornografía infantil. Sin duda, es una buena noticia, pero estos esfuerzos policiales suelen centrarse en detener a los consumidores pedófilos y a aquellos dedicados a la difusión de las fotos y vídeos de los abusos a menores. Mucho menor es el número  de ocasiones en las que se detiene a los productores de dichos contenidos. Las redes dedicadas a ello son cada vez más complejas y con conexiones internacionales, lo que hace más difícil la investigación policial. Esta redes se multiplican de tal manera que los recursos de los cuerpos de seguridad no son suficientes para controlarlas, pues muchas veces las investigaciones afectan a varios países con su propia jurisdicción y legislaciones diferentes, llegándose a solapar y entorpecer los trabajos de los diferentes cuerpos policiales.

Existen muchas páginas —de instituciones públicas y privadas— de consejos para padres y menores para evitar el Grooming (un adulto se gana la confianza de un menor con un propósito sexual); Sexting (intercambio de fotografías y vídeos con imágenes violentas, racistas o pornográficas entre menores); o el Cyberbullying (acoso entre menores). Estos consejos se limitan a advertir de que la edad mínima para acceder a una red social es de 14 años, pero sin explicar por qué; además de indicar a los padres la obligada supervisión de la navegación que hacen sus hijos en Internet. A pesar de las cifras cada vez mayores de casos de abusos por parte de adultos o de acoso entre menores, las acciones recomendadas se centran en la acción policial, la elaboración de legislaciones que penalizan los abusos y en el apoyo a los menores que ya han sido víctimas, dejando la tarea de prevención en manos de los colegios, los padres y los propios niños.

Según el Annual Report 2016 de IWF, en los 57.335 sitios web que localizaron con imágenes de abusos a menores, el 57% de ellas mostraba niños menores de 10 años y, además, se constataba un aumento considerable de las imágenes de niños de entre 11 y 15 años debido a la producción propia, es decir, grabadas por ellos mismos con su webcam y compartidas en las redes. Según datos del Informe de Evaluación de Amenazas 2015 de Global Alliance Against Child Sexual Abuse Online: «A algunos de los niños (jóvenes) les gusta tomar selfies para satisfacer a sus parejas. En la mayoría de los casos, ignoran que se trata de un crimen. Piensan que es solo un juego inocente y divertido. Otra parte de ellos intenta hacer dinero vendiendo vídeos o subiéndolos a la red».

Se han dado casos en los que iniciativas legislativas para establecer una edad mínima de los menores para poseer dispositivos con acceso a Internet han sido duramente rechazadas incluso por los padres. Es lo que le sucedió al secretario general del CSU, Markus Söder, que propuso  la prohibición de los smartphones para los menores de 16 años, al igual que existe para la compra de alcohol y tabaco. La política del SPD, Ute Erdsiek-Rave, le contestó diciendo que esa prohibición era imposible de implementar y defendía como alternativa una mejor educación de los padres.

«¿Cómo actuar ante el ciberacoso? Ignora, bloquea, pide ayuda y denuncia». Vídeo de la plataforma CiberBullyng.com y Pantallas Amigas sobre la prevención del acoso en la Red.


El proyecto We PROCTECT Global Alliance para acabar con la explotación sexual de niños en Internet es una iniciativa que une los esfuerzos del Reino Unido, con su programa de protección de los menores en la Red, con el comandado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos conjuntamente con la Comisión Europea, al que se han unido Microsoft, Google, Facebook y otras empresas del sector. Sin embargo, en el blog de Microsoft y bajo el título How old is too young to go online? (¿Con qué edad se es demasiado joven para estar online?, el Director de Seguridad en la Red de la empresa, Kim Sanchez, se limita a comentar que la edad media en la que los padres permiten el uso de internet sin supervisión son los 8 años y que «… las interacciones que los niños experimentan en línea y a través del juego condicionan sus habilidades interpersonales. Preparar a los niños para el éxito temprano es importante. No hay edad mágica, son los padres los que deben tener en cuenta lo que es conveniente para su familia y la responsabilidad o nivel de madurez de su hijo».

En nuestro país los principales partidos políticos hacen mención en sus programas al problema, pero sin proponer medidas concretas para luchar contra los abusos. Existe un acuerdo entre el Ministerio de Educación y Ciencia y el Ministerio del Interior que ha dado como resultado el Plan Director para la Convivencia y la Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos y sus Entornos. Una de las acciones de este plan es que algunos miembros de la policía acuden a las escuelas para informar a niños y padres sobre el buen uso de las tecnologías y los peligros de ciertas prácticas, tanto en el consumo de información en la Red como en el comportamiento de adultos y pequeños en las redes sociales.

Además, la Policía Nacional en colaboración con Telefonica y la fundación Cibervoluntarios.org ha desarrollado el proyecto Ciberexperto, que pretende, según su página web: «Acercar a los menores, y su entorno educativo y familiar, el uso de herramientas que le faciliten una navegación más segura. Capacitar a nuestr@s niñ@s, en la adquisición de habilidades para una comunicación más segura en las redes sociales. Concienciar a los menores de la importancia de una buena gestión de la privacidad online y offline».

Lo paradójico es que, si bien una gran parte de los expertos en conducta infantil coincide en reclamar y aconsejar esa necesaria formación y en que la mejor solución es retrasar la edad de los niños a la hora de recibirla y de convertirlos en consumidores de tecnología digital, esta campaña se acerque a los menores con la intención de transformarlos en expertos usuarios de la Red. Lo que probablemente los llevaría a tener equipos, programas y conocimientos en constante actualización, tal como nos sucede a los adultos en nuestra vida informática —y sin tener que afrontar amenazas tan graves como las de sufrir abusos sexuales—, frente a los medios cada vez más sofisticados de los que disponen los acosadores y abusadores de menores.

Vídeo de la plataforma Fundación Cibervoluntarios. 1 de junio de 2016.


Puesta en duda de los beneficios de las TIC para los menores

¿Vale la pena correr ese riego? ¿Aporta tanto al desarrollo sano de los menores el uso de la tecnología digital a edades tan tempranas? Parecería más práctico y seguro evitar los riesgos innecesarios para los niños, pero todo parece indicar que en nuestro país —y en otros de nuestro entorno— existe una irreprimible pulsión por dotar a los niños de artilugios tecnológicos que, a todas luces, sobrepasan sus capacidades intelectuales y que, además, se demuestran totalmente prescindibles —e incluso contraproducentes— en su desarrollo y madurez.

En una entrevista realizada por el canal infantil ZDFtivi, de la cadena pública alemana ZDF, la psicóloga infantil R. Schrick declaraba lo siguiente: «Los smartphones son aparatos extremadamente complicados no adecuados para estar en manos de los niños. No descubrimos ayer que les producen graves trastornos. No solo impiden un desarrollo y comportamiento sano, sino que además son peligrosos». Debido a ello, en este vídeo se informa de que las autoridades alemanas están pensando en establecer una edad mínima de 16 años para poder acceder a los smartphones y la posibilidad de realizar un examen, similar al establecido para la obtención de la licencia para conducir una motocicleta.

El profesor Manfred Spitzer, médico neurólogo, psicólogo, psiquiatra, filósofo, profesor invitado en Harvard y autor del libro Digitale Demenz (Demencia Digital), es mucho más radical en su valoración del actual panorama digital. Equipara a Google, Apple y otras compañías del sector con el loby americano de armas. Y declara que no podemos permitir que estas empresas se enriquezcan a base de enfermar a nuestros niños, y que el mismo Steve Jobs ya dijo que los smartphones no eran adecuados para los menores. Según el criterio del profesor, los cerebros de los niños no necesitan aparatos tecnológicos para su desarrollo y su uso a estas edades puede producir miopía, problemas de concentración y el denominado «cuello-móvil» (similar a la lesión denominada codo de tenista) y que, por supuesto, no debrían estar presente en las escuelas. Spitzer propone como edad adecuada para el uso de las TIC los 16 o 18 años.

Por otro lado, contrariamente a la opinión de estos expertos, en el informe La Sociedad de la Información en España 2016, elaborado por la Fundación Telefónica, se expone lo siguiente: «Uno de los desafíos actuales es desarrollar metodologías capaces de conjugar los procesos educativos tradicionales (basados en contenidos «analógicos») con los estudiantes nativos digitales, acostumbrados al acceso a la información y al entretenimiento a través de dispositivos electrónicos. En este sentido, la principal tendencia apunta hacia el uso de un dispositivo por alumno. Los centros educativos están incrementando la disponibilidad de estos dispositivos, aunque la inversión necesaria para lograr que todos los alumnos dispongan de ellos es elevada, máxime en un entorno de restricciones presupuestarias públicas. Ante esta situación, la solución planteada es la traslación del concepto BYOD (Bring Your Own Device) del ámbito empresarial al educativo, de forma que sean los alumnos quienes lleven sus propios dispositivos al aula».

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Niña utilizando unas gafas de realidad aumentada, supervisada por un adulto. Imagen del Informe de la Sociedad de la Comunicación. Fundación Telefónica. CC

Como argumento en apoyo de dicha tesis, se puede leer en el informe que: «Como prueba del carácter imparable de la misma [la digitalización de la educación], en una encuesta realizada en 2013 a gestores educativos de universidades e institutos de Estados Unidos y Reino Unido se mostraba que el 72% de los centros educativos permitía acceder a los estudiantes a la red de comunicaciones del centro con su propio dispositivo (89% de universidades y 44% de centros de educación secundaria). El 52% de los participantes consideraba que los dispositivos se estaban integrando en la propia actividad dentro de las aulas, mientras que un 78% consideraba que su uso era meramente personal».

Además, se destaca en dicho informe el compromiso del gobierno español en la digitalización de las escuelas del país: «El Consejo de Ministros celebrado el 27 de marzo de 2015 aprobó un acuerdo por el que se autorizaba a los Ministerios de Industria, Energía y Turismo, de Educación, Ciencia y Deporte y de Economía y Competitividad a suscribir un convenio marco de colaboración con Red.es para la extensión del acceso a la banda ancha ultrarrápida a los centros docentes españoles. Las actuaciones en el marco de este proyecto se ejecutarán a través de Red.es mediante licitaciones públicas y con un importe máximo de 330 millones de euros, que se cofinanciarán a través del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), con cargo al Programa Operativo Plurirregional de Crecimiento Inteligente».

Sin embargo, recientemente el gobierno británico ha creado una comisión para estudiar los efectos que las TIC y el uso de los teléfonos móviles tienen sobre el comportamiento de los niños en las escuelas, además de para prevenir «el horroroso y global crimen de la explotación sexual de los niños en internet [que] es uno de los desafíos de la humanidad y debe ser erradicado», según Joanna Shields, la ministra para la seguridad en internet del Reino Unido.

En una entrevista de 2015 en la cadena pública británica BBC, el director del Departamento de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo) Andreas Schleicher afirmaba que, según estudios de su organización, una gran inversión en ordenadores y tecnología en las aulas no mejora el resultado de los alumos, y que la tecnología ha alcanzado muchas «falsas esperanzas» y ha «deslumbrado» a muchos profesores. El informe llega, además, a las siguientes y curiosas conclusiones: «Los alumnos que usan frecuentemente ordenadores en la escuela obtienen peores resultados. Los resultados académicos no muestran ninguna mejora, a pesar de la fuerte inversión en tecnología, en materias como las Matemáticas, Ciencia o Lectura. Los países que obtienen grandes progresos educativos tienen un bajo uso de los ordenadores en el colegio. Singapur, el número uno en estos resultados, hace un uso moderado de esta tecnología digital en las aulas».

Más radical se muestra el Profesor Spitzer en otro de sus libros, Cyber-enfermos, en el que propone que los colegios, en vez de invertir en ordenadores (y nuevas tecnologías) que se quedan obsoletos de una forma tan rápida, y que significa invertir en basura, destinen ese dinero a contratar a más profesores. A los que dicen que si a los niños se les deniega el acceso a la tecnología se convertirán en analfabetos y no tendrán un futuro, Spitzer responde: «…es una estupidez. También se necesita el coche para muchos trabajos y no por eso se enseña a los niños en la escuela a conducir. Los taxistas de Londres, por ejemplo, conocen y saben a donde tienen que ir, se han aprendido el mapa de la ciudad. Los que utilizan su GPS no saben dónde están ni a dónde van, sin su aparato están perdidos y desorientados». En su libro Digitale Demenz comenta: «Hemos desaprendido a pensar, no sabemos nada, buscamos en Google desde la cuna hasta la tumba, el cerebro no se estimula y se atrofia: la sociedad se atonta».

Entonces, ¿de qué se trata cuando hablamos de los beneficios de las TIC para los menores? ¿Qué se obtiene de bueno con esa inversión en tecnología digital para el uso de los alumnos cuando se reduce la inversión en profesorado? ¿Estamos quizá hablando de economía?

¿Es la economía?

Por supuesto, siempre se trata de economía, de beneficios directos o diferidos. La inversión en educación que se haga hoy debe suponer un beneficio futuro: trabajadores más felices y mejor formados, pero, ¿para qué puestos de trabajo? Si tenemos en cuenta los numerosos estudios que muestran que el actual avance de la digitalización está acabando con una gran cantidad de empleos sin que el sistema tenga la capacidad de reponerlos según la máxima de la «destrucción creativa», ¿de qué sirve tener jóvenes alfabetizados digitalmente, ciberexpertos y navegantes de mundos virtuales si no tendrán trabajo en el mundo real? Ya sabemos que no habrá trabajo para todos, pero parece que sí un smartphone para cada uno.

Según el último Ericsson Mobility Report de junio de 2017: «A finales de 2016, alrededor de 3.200 millones de personas, de los 7.400 millones de la población mundial, tenía acceso a Internet a través de la tecnología de banda ancha móvil. Se prevé que unos 2.600 millones de suscriptores adicionales tendrán banda ancha móvil con acceso a internet en 2022». El negocio parece claro: teléfonos móviles, ordenadores, tabletas, conexiones de red, aplicaciones… Y los niños forman una parte considerable de ese mercado, como ilustra la información publicada en The Guardian en 2014, que se hacia eco de que la empresa Apple debía pagar 32,5 millones de libras por permitir a los niños comprar aplicaciones sin la autorización de sus padres.

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ERICSSON MOBILITY REPORT JUNE 2017

En un contexto de sucesivos recortes en los sistemas públicos de Educación y Salud con cada vez menos profesores y médicos, se propone una gran inversión en la digitalización de dichos sistemas, supuestamente, en beneficio del ciudadano, que para poder acceder a dichos servicios debe ser previamente un alfabetizado digital, será obligatorio. Una inversión de dinero de los contribuyentes en un panorama de privatizaciones de servicios públicos que parece imparable.

Como describe Andrew Keen en su libro Internet no es la respuesta, el mercado digital en la red está enriqueciendo muchísimo a unos pocos y creando un panorama laboral de vuelta al siglo XIX en cuanto a derechos de los trabajadores, sueldos y satisfacción personal. Las grandes empresas del sector, como Google, Facebook, Amazon o Instagram tienen muy pocos empleados y son, al mismo tiempo, las que más dinero ganan.

El gran negocio en la Red es el Big Data alimentado con nuestros datos personales, de los que hacen uso las grandes compañías que ganan dinero con nuestra información personal, imágenes, textos y trabajo diario en las redes. Sin embargo, estas mismas empresas dibujan una Arcadia digital donde todos y cada uno, independientemente de la edad, tendrá su hueco para consumir a través de las TIC. Este consumo, se supone, nos dará mejor información y formación, más facilidades en la vida cotidiana, en definitiva: más felicidad.

A la espera de que ese futuro ideal llegue, y aún teniendo en cuenta los beneficios de la digitalización en muchos aspectos de nuestra vida diaria, por lo pronto tenemos otro panorama ante nosotros. Y uno de los aspectos más alarmantes del mismo es la falta de directrices claras por parte de las autoridades sobre el impacto que el uso de las TIC tiene sobre la integridad física y mental de los menores. Un mundo real donde se constata que la realidad online que ya lo conforma no es tan virtuosa como se publicita. Un mundo donde «el problema real es que estamos trabajando gratis para Facebook y Google, produciendo los mismos datos personales que tanto valor otorgan a  dichas empresas», como explica Andrew Keen. Datos que además pueden circulan por la Red sin ningún control por nuestra parte, y menos por parte de los menores.

¿Cómo se hace frente a los riesgos?

Dejando de lado que, según los expertos en psicología infantil y educación, lo ideal sería retrasar la edad de los menores para tener acceso a las TIC, la formación de padres y niños en el uso responsable de las mismas parece lo único que está en nuestras manos para prevenir el cyberbullying y el sexting. Pero, ¿cómo hacer frente al acoso de adultos hacia los menores?

El pasado mes de junio una noticia saltaba a todos los medios de comunicación del mundo. Un ciberataque del tipo ransomware (secuestro de datos), que según calculaban algunos expertos, afectaría a más de los 300.000 equipos informáticos de varios países que fueron infectados por el anterior ataque, el WannaCry, accedió a varias empresas e instituciones en numerosos países y sustrajo algunos de sus archivos informáticos. Los piratas pedían 264 euros pagaderos en Bitcoin por devolver la información robada, y cundió la alarma.

Aunque la normalidad se recuperó en pocos días, muchas empresas se vieron incapaces de controlar la «infección» y los expertos en informática coincidían, como en ataques anteriores, en que es muy difícil prevenirlos y, una vez atacados, defenderse de forma eficaz. Entre otras razones, porque la tecnología utilizada es puntera, desarrollada, por ejemplo, por la Agencia de Seguridad Nacional de los EE. UU., a la que fue robada en el gran ataque anterior, el WannaCry, que amenazó con el caos mundial.

Curiosamente, una de las empresas afectadas en España por el último ataque fue precisamente Telefonica, que tuvo que ordenar a todos sus trabajadores que apagaran sus ordenadores, abandonaran sus puestos y se fueran a casa. La pregunta es obligada: si una de las organizaciones líderes en desarrollo de tecnología digital en comunicaciones, con todos sus expertos ingenieros, no fue capaz de prevenir, ni resistir el ataque, ¿es posible que niños y padres puedan hacer frente al acoso online con tutoriales y aplicaciones que los convierten en supuestos ciberexpertos?

Se podría aducir que los consumidores y productores de contenidos pedófilos y los pederastas que inundan las redes no disponen de los conocimientos informáticos de los hackers que programaron esos ataques. Pero esto no es del todo cierto.

Una de las cuestiones que destacan los cuerpos policiales de 28 de los 33 países encuestados en el citado Informe de Evaluación de Amenazas 2015 de Global Alliance Against Child Sexual Abuse Online es que muchos de los delincuentes que tratan de extorsionar a los niños para que produzcan imágenes pornográficas ya tienen condenas previas por abusos a menores, hasta por tercera vez, y que estos reincidentes aprenden de las investigaciones y técnicas policiales.

La policía se encuentra con que su trabajo es cada vez más complicado, ya que los abusadores usan wifis públicos, programas de encriptación y anonimato o dispositivos con encriptación incorporada que no requieren de la intervención del usuario. Una  tecnología digital cada vez más compleja, accesible y barata para no ser descubiertos.

Los delincuentes tienen sus propios foros en los que discuten las leyes sobre abusos a menores de sus respectivos países y se aconsejan sobre cómo evitar ser arrestados y juzgados. Foros donde también comparten tutoriales acerca de cómo usar el correo electrónico, software de chats de audio y vídeo, y técnicas de anonimato. Estos tutoriales incluyen consejos para atraer y preparar a sus víctimas, especialmente en la producción de imágenes bajo demanda, donde los consumidores solicitan actos sexuales específicos con los niños en directo.

Los delincuentes se permiten, gracias al anonimato y la dificultad para localizarlos y detenerlos, animar a otros a participar y contribuir subiendo sus propias imágenes. El no va más de estos delincuentes es que para demostrar que el material es nuevo, solicitan que el “productor” firme las imágenes y haga mostrar al niño un papel en el que consten nombre del menor y  fecha como prueba de que la imagen es en vivo y original.

Visto lo cual, además de toda la información y formación que puedan adquirir padres y menores, cabe preguntarse si la orden que dio Telefonica a sus empleados el día del ataque informático podría ser también el mejor consejo para los menores: Apaguen sus equipos y salgan a la calle.

 

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Imagen de «No violence against children is acceptable, all violence is preventable». Consejo de Europa.

Nota final:

Durante la elaboración de este reportaje nos encontramos con un equipo de la Televisión Pública de Canarias grabando una entrevista, a pie de piscina, a un representante de un club de natación de la ciudad. Al preguntarles si pretendían grabar también a los niños, la respuesta del equipo fue que no. Sin embargo, minutos después, el operador dirigía su cámara hacia los pequeños (según el operador, sin intención de grabar). A la solicitud de que dejaran de hacerlo, optaron por dejar de grabar y marcharse. Ningún padre de los presentes protestó ante la presencia de la cámara, a nadie le extrañó, tampoco a los niños. Los periodistas sabían que no podían tomar ninguna imagen sin consentimiento de los padres, pero en vez de realizar su trabajo en otra piscina, optaron por realizarla allí. Eso es un delito y deberían saberlo, tanto ellos como periodistas, como los padres y también los responsables del recinto. Si hay que dar ejemplo, los primeros en hacerlo deben ser los profesionales de la comunicación, y también los padres: una cámara nunca puede ser familiar para los niños en ningún lugar sin consentimiento de sus tutores.


Fuentes y referencias:

Internet Watch Fundation: https://www.iwf.org.uk/

INHOPE: http://www.inhope.org/gns/home.aspx

The New York Times: http://www.nytimes.com/2008/02/28/technology/personaltech/28pogue-email.html

Le Monde.fr: http://www.lemonde.fr/technologies/article/2011/01/13/les-dangers-d-internet-pour-les-enfants-largement-relativises_1464824_651865.html

Instituto Nacional de Estadística: http://www.ine.es/

Centro de Investigaciones Sociológicas: http://www.cis.es/cis/opencms/ES/index.html

Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad: http://www.observatoriodelainfancia.msssi.gob.es/productos/pdf/IIIPlanContraExplotacion.pdf

CiberBullying.com: http://www.ciberbullying.com/cyberbullying/casos-de-ciberbullying/

Internet Live Stats: http://www.internetlivestats.com/

Innocence in Danger: http://www.innocenceindanger.ch/en/welcome.html

Comisión Europea: https://ec.europa.eu/commission/priorities/justice-and-fundamental-rights_es

We PROCTECT Global Alliance: http://www.weprotect.org/

Consejo de Europa: http://www.coe.int/bg/web/commissioner/-/no-violence-against-children-is-acceptable-all-violence-is-preventable

Online Focus: http://www.focus.de/digital/handy/kaufverbot-gefordert_aid_106761.html

Fundación Telefónica: https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/itempubli/558/

BBC: http://www.bbc.com/news/business-34174796

Erricson Mobilty Report: https://www.ericsson.com/assets/local/mobility-report/documents/2017/ericsson-mobility-report-june-2017.pdf

The Guardian: https://www.theguardian.com/technology/2014/jan/15/apple-practice-children-make-in-app-purchases

Internet no es la repuesta, Catedral, 2016. Andrew Keen.

 

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  • Gustavo Gil

    Las Palmas de G.C. 1965. Se licenció en Ciencias de la Información en Madrid y estudió cine en los EE.UU. y Cuba. Ha trabajado varios años como realizador y dirige la productora Conspiradores entre Madrid y Las Palmas de G.C. Cada vez tiene menos cosas y más proyectos. El último es la revista 7iM, de la que es codirector. Por lo demás, se encuentra bien, intentando trabajar lo menos posible.

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