Apunte sobre el desdoblamiento

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Apunte sobre el desdoblamiento

Pessoa: El desdoblamiento del yo es un fenómeno en gran número de casos de masturbación.

¡Heterodoxia íntima y fragante! Hete aquí el Enola Gay de hoy, una evidencia de alarde heterónimo que Antonio Nogueira –Fernando Pessoa− nos obsequia, empezamos, como típica frivolidad expresiva de pensador de salón.

Pero, por partes.

De un golpe encabezamos, a codazos, el cuerpo espléndido de la divulgación. La noticia al alcance de todos, y todos creyendo consumar altísimo ritual, hoy, con aquello de los shares, los tags, y lo que es fabuloso medidor de felicidad circunstante −y latido social−: el like.

De ahí la impresión untuosa que desprenden algunos muros de red social, resbalados de información y una lectura sesgada de casi todo, cosa que nosotros ya conocemos. Conque esta tentativa de articulismo se presume en función poética, aquí y ahora, aunque vaya a estofarla de divulgación, que es a lo que obliga la preceptiva del medio.

Porque he venido a hablar de mi desdoblamiento. Como prematuro biografiado al que nadie haya de biografiar, y sin batería de citas/referencias ni gana divulgativa puesta en terceros. Acaso esto invalide consideraciones de barricada, recibamos tremendo no en las mejillas. Acaso nos tachen de fiebre, de orgullosa medianía, ¿verdad, yo?, cuando lo que se viene remontando −hacia el hecho creativo− es una vida de masturbación y Valium. ¡Nada!

Aunque sólo a ratos. Y sin el boato con que a algunos les coge el espanto –intención de terapia, libros de autoayuda para dummies−. A mí me sale decirlo en alto: la pérdida de noción de uno mismo nada tiene que ver con querer recuperarla.

Esto a nadie le procuraría demasiada ampolla, ni causaría más polémica que la que pueda trenzarse a evidencias de pusilanimidad: ¿pero éste qué dice, cómo se atreve, y yo por qué tan desapercibido?; en esto no hay que cortarse:

−Tú tan desapercibido porque tu intuición se sobrepone a nada.

Y te falta la voz whiscosa.

Y te sobra detalle de coquetería.

¿Se sugiere así que la alteridad puede infligirse desde fuera, perdiendo uno su titularidad expresa, o es la extrañeza de ti mismo, como se viene afirmando, una escisión espontánea, involuntaria, psicosomática?

 

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