Abraham Jiménez: «Queremos contar Cuba, lo que se conoce y lo desconocido»

Entrevista a Abraham Jiménez

El Estornudo y el nuevo periodismo en Cuba

No puedo decir con exactitud cuántos grados centígrados tenemos en La Habana, pero sí la necesidad urgente de esperar un almendrón debajo de una mata. El sol está en su máximo esplendor y el reloj marca las dos en punto. Carros abarrotados pasan de largo hasta que consigo parar un Chevrolet de los cincuenta. Es fácil dialogar en Cuba, y me pregunto si quizás ahora lo sea más, después de la muerte de Fidel, si es que se ha perdido el miedo o, en cambio, la sensación de control sigue pesando. Las palabras que intercambio con los taxistas siempre son agradables, aunque cuando toco el tema de Cuba siempre se cuela  ese lema de la calle: no es fácil, y que resume esa dicotomía del cubano entre el amor y el odio, entre la pasión y la desilusión por su país.

Me bajo en el barrio de Miramar, considerado una de las zonas residenciales más lujosas de La Habana. Sus manzanas rectangulares fueron inspiradas en las calles de Manhattan y en ellas se suceden diversas construcciones, desde espectaculares mansiones a casas humildes pero bienaventuradas.

Cuba ahora es el recuerdo de lo que fue y ya no es. Vive en constante nostalgia, en un momento delicado donde la isla sigue a flote, pero sin rumbo. Y en medio de todo ese devenir, me presento frente a Abraham Jiménez, director de la revista de periodismo independiente El Estornudo, que me recibe en la casa de una amiga gallega para intercambiar impresiones y hablar de lo que supone hacer periodismo en el país del no es fácil.

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Abraham Jiménez, director de El Estornudo

¿Cómo nace El Estornudo?

El Estornudo lo formamos un grupo de jóvenes, casi todos salidos de las aulas de Periodismo de la Universidad de La Habana, que no estábamos convencidos de trabajar en la prensa estatal por el simple hecho de que ellos van por un lado y la realidad va por otro. Ahora mismo ponemos el noticiero, leemos un periódico o escuchamos la radio, el medio que sea, y están hablando de un país que no es este. Es una cosa triste, absurda. Así que después de formarnos cinco años en la universidad, decidimos hacer algo digno, que valiera la pena.

Hacer periodismo en Cuba es muy difícil por el simple hecho de que, según la Constitución, todos los medios de prensa tienen que estar adscritos obligatoriamente al Estado. Los medios que no estén bajo la sombrilla estatal no son reconocidos como tales, quedan en un limbo existencial. Es decir, nosotros no existimos en Cuba. La Constitución también recoge que no se puede distribuir ningún tipo de documento, revista, etc. en las calles; así que Internet es el único espacio donde se puede fundar un proyecto periodístico, y ahí es donde surge la revista. Hacerlo hace unos años atrás hubiera sido más complejo, ya que apenas había acceso a la red.

Del 2012 hacia acá el contexto mediático cubano cambió al igual que lo hizo el país. Hubo una serie de flexibilizaciones y surgieron, como el nuestro, muchos medios. En aquel entonces se formó una revista que sigue funcionando, Oncuba, que fue la primera que nació fuera de los límites legales que marca el Estado, a los que se denominan “medios alternativos”. Causó un gran impacto porque contaban otro país, con más soltura, más flexibilidad. La mayoría de nosotros formó parte de esa revista. Pasó el tiempo y Oncuba logró acreditarse, lo que tiene un gran mérito, ya que son los únicos que lo han podido hacer —el dueño es americano y no se sabe cómo lo logró—, pero al acreditarse, el Gobierno los agarró de las orejas y les dijo: Bueno, si tú estás diciendo esto de mí, te puedo quitar la corresponsalía. Y entonces el perfil editorial de la revista empezó a cambiar. Para nosotros, los que trabajábamos allí, eso ya no nos servía. Creo que es lo que sucede también en los grandes emporios mediáticos a nivel mundial, que a final responden a unos intereses que terminan jodiéndolo todo.

Poco a poco nos fuimos yendo por ese motivo y por otros: nos pagaban poco o no nos pagaban, nos explotaban. Date cuenta de que un periodista de la prensa oficial gana al mes 400 pesos cubanos, que vienen siendo 18 dólares. En la prensa alternativa una nota se paga a 10 o 15 dólares, así que con dos notas cubres lo que la prensa oficial te paga. Eso sumado a que en la prensa estatal no puedes decir la verdad, no puedes contar el país, no tiene sentido pertenecer a ese sistema. En aquel entonces nos pagaban 3 dólares por una nota y, adermás, nos encontramos con que esa revista, que era la bandera de lo que venía a ser el nuevo periodismo cubano, tampoco funcionaba. Bueno, nos quedamos sin casa. ¿Cuál era la solución? Buscarnos otra casa, encontrar un techo. Y así es como nació El Estornudo.

¿Y de dónde salió el nombre?

En una de las primeras reuniones cada cual propuso uno y lo discutimos. No los recuerdo todos, pero empatábamos a tres. En aquel momento estábamos en invierno y hacia medio frio, bueno, en Cuba nunca hay invierno, pero para nosotros hacía frio, la gente se pone bufandas y tal. Y en eso pasó un hombre por la calle pregonando: Limón para el catarro, miel, aspirina para que no estornude. Nos dijímos: ¡Coño! Y de ahí salió el nombre. Es como una reacción al contexto cubano, una alergia.

¿Y a qué son alérgicos?

Tenemos un solo principio por el que nos regimos: hacer periodismo. Y la única manera de ejercerlo es contando el país, eso es lo que estamos haciendo, porque Cuba no está contada, no está en ningún sitio. Y seguramente de ahí venga nuestra alergia y el picor: ser periodista y no encontrar a tu país en ningún sitio. A mí no me molesta el periódico Granma (órgano oficial del Partido Comunista de Cuba), que sea el vocero oficial no me importa. El tema es que debe haber diversidad de prensa, aunque creo que la alternativa tampoco es Yoani Sánchez [periodista cubana autora del blog Generación Y], que está al otro extremo. Cuba no es ni una cosa ni la otra, oscila entre los dos extremos. Si hay que criticar algo lo vamos a criticar. Si hay que alabar algo también lo haremos. En definitiva: hacer periodismo.

Con tantas dificultades, ¿cómo sacarón el proyecto adelante?

Fue y es una odisea. Imagínate, cinco jóvenes en Cuba, con cero contactos, cero dinero, cero todo, y ponerse armar una revista. El hosting y el dominio están en Australia, lo compró allá un amigo cubano que nos hizo el favor. El diseño lo hizo, de forma clandestina, una amiga que trabaja para el Estado cubano y que nos pidió que, por favor, no se lo dijéramos a nadie. Se montó la revista entre Miami y México con la ayuda de otros dos amigos. Una locura y, además, sin dinero. Todos nosotros tenemos otros trabajos como freelancers para poder mantenernos.

A lo largo de todos estos años, Cuba se ha ido fraccionando porque los cubanos no encuentran la realización profesional, porque no están de acuerdo con las cosas que suceden en su país, y eso hace que se dé una emigración cada vez mayor y que nosotros empecemos a sufrirla también. De algún modo, el proyecto lo inventamos unos amigos con la intención de estar juntos. Hay gente que está en México, Miami, España, Londres, así que también contamos todos esos pedacitos de Cuba que están por ahí regados. Es una manera de sentirnos unidos. De alguna manera, somos como una guerrilla.

Sus textos, además de ser de gran calidad, mantienen un sutil equilibrio entre la critica al sistema político y las ansias de contar esa Cuba, digamos, no oficial.

La intención de la revista es contar no sólo lo que todo el mundo conoce, sino también lo desconocido. ¿Qué es lo que conoce la gente de Cuba? El ron, la playa, el tabaco, las jineteras y Fidel Castro. La intención es mostrar eso que hay detrás, que la gente pueda entrar en la revista y encuentre, por ejemplo, un reportaje sobre el comercio ilegal de objetos sexuales en La Habana que, por supuesto, si no tenemos internet, tampoco va a estar autorizado que se vendan objetos sexuales [risas]. Queremos que puedan leer una crónica sobre el Primero de mayo, sobre los carretilleros vendedores ambulantes o sobre el barrio donde me metí durante un mes, que el gobierno no tomó en cuenta para el censo de población y vivienda, y donde se les mete el río en las casas.

¿Y la gente se presta a ser partícipe de una revista como esta, a que les hagan una entrevista?

Es complicado. La verdad es que yo me demoro en publicar porque intento siempre buscar temas que valgan la pena, encontrar buenas historias. La gente me pregunta que cómo lo consigo, y no sé si es que he tenido suerte… pero las historias están ahí y he podido contarlas. Yo soy un pelagato, y si he podido escribirlas es que se puede hacer. Vas a la calle y le preguntas a alguien: Oye, ¿te puedo grabar?, y te dicen que no, se asustan, no quieren arriesgarse. La revista está llena de temas que la prensa nacional ni por asomo ha tocado, ni tocará. Pero las historias están ahí y se pueden contar si te empeñas, con esfuerzo.

Se declaran como revista independiente de periodismo narrativo, ¿quiénes o cuáles son sus referentes?

La idea de la revista, amén de este contexto que ya expliqué, también nace porque uno de los fundadores, Carlos Manuel Álvarez, que está ahora en México y se encarga de gran parte del trabajo, sobre todo de la más tecnológica, escribe en The New York Times y tiene un par de libros publicados. Él pasó un taller en la Fundación García Márquez de periodismo y allí bebió de todo ese periodismo latinoamericano que está resurgiendo: la crónica, el periodismo narrativo. Y quizás ese fue el punto de partida real del proyecto. También tenemos como referentes un par de revistas de Latinoamérica, como Gatopardo o Malpensante, y The New Yorker en EEUU. Quizás también Contexto, en España, con quienes tenemos un contrato de publicación y compartimos textos, aunque ellos no son tan narrativos.

¿Cómo se financian?  

Pues partimos de cero, ya que no teníamos ningún contacto que nos aportara algún tipo de financiación. Ahora, debido al impacto que está teniendo la revista, nos han surgido varias propuestas y estamos al habla, sobre todo con fundaciones que financian proyectos independientes de periodismo. Lo que pasa es que como todo en Cuba es tan complicado, por ejemplo por el bloqueo, ninguna fundación puede ser de los Estados Unidos. Y por otro lado, tenemos que seleccionar muy bien de quien aceptamos dinero, porque en Cuba eso se puede malinterpretar. Es decir, pueden alegar que nos están subvencionando, que es para tumbar al gobierno y tal… y, o terminamos todos presos o tumban la revista y la bloquean como le ha pasado ya a varias publicaciones que están censuradas. Es decir, tú intentas entrar y no puedes, sólo puedes encontrar financiación desde fuera, porque aquí está bloqueada.

En cuanto a la vía de la publicidad, la verdad es que no nos satisface, ya que implicaría algún cambio en nuestro compromiso con el tipo de periodismo que hacemos. No estamos dispuestos a perder terreno, ni a estar lidiando con conflictos entre nuestros intereses y los de los anunciantes.

He leído algunas críticas al periodismo que hacen ustedes por parte de medios oficiales o cercanos al gobierno, ¿han recibido algún tipo de presión?

No nos ha pasado nada, pero también es verdad que hay un ambiente enrarecido. Nos miran mal, hablan mal de nosotros, malmeten, escriben post… Tengo amigos que trabajan para los medios estatales, y cuando nos juntamos, a veces me han preguntado si me pagan por el trabajo que hago. No saben que no tengo ni un centavo. Ojalá me pagaran. Entonces, cuando oigo esas cosas me dan ganas de decirles: ¿Pero, ustedes están locos? Yo, tirado en un parque, debajo de una mata, cogiendo sol para hacer una revista y a mí me dices que si me pagan por eso… que si el imperio [risas]. Es una cosa de locos.

Sin embargo, hace poco publicaron el caso del periodista Maykel González, que ha sido detenido varias veces por la policía.

Maykel forma parte de nuestra red de colaboradores, concretamente de la provincia de Villa Clara. Pero es un colaborador que no es fijo, escribe en otros medios que son demonizados, como el Diario de Cuba, declarados por el gobierno como medios de la oposición. Él sí está fichado por la policía y lo que le ha pasado no es casual. Cada vez que hace algo que no le gusta al gobierno lo cogen y lo apresan, cosa que para nada está bien. Él es uno de los tipos más corajudos y más valientes que hay hoy en la prensa cubana, aparte de que es muy bueno y talentoso como periodista. Pararse y decirle todo eso al gobierno, seguir trabajando y hacerlo bien, es muy decoroso. A nosotros no nos ha pasado nada, para nada nos consideramos de la oposición, no tenemos ninguna intención política. Lo de nosotros es hacer periodismo. Ya te decía al principio, cuando haya que alabar, alabaremos. Cuando tú tienes una historia y la cuentas bien, bien sustentada y con argumentos, no te pueden hacer nada, es lo que hemos hecho hasta ahora: cosas súper incómodas pero respaldadas con datos y hechos, por lo que tienen que callarse la boca. Lo único que nos ha ocurrido a lo largo del año han sido las dos detenciones de Maykel.

Plaza con wifi público.

Imagino que, debido a las dificultades de acceso a internet, los están leyendo más fuera de Cuba que dentro.

Sí, se podría afirmar. El otro día estaba leyendo unas estadísticas según las cuales en Cuba hay 11.2 millones de habitantes y sólo 4.1 millones de hogares conectados a internet, se estima que unos 4 millones de usuarios se conectan casi todos los días. Es el país del hemisferio occidental más desconectado. Entonces, al final escribimos desde dentro de Cuba, pero nos leen más fuera de la isla; donde, paradójicamente, hay más cubanos que en Cuba. No tendría sentido escribir desde aquí estando bloqueados o censurados.

¿Cuánto hace que existe el wifi en lugares públicos, desde cuando existe NAUTA?

NAUTA comenzó no hace más de tres años y las plazas wifi empezaron hace dos años y medio en solo dos o tres, aunque ahora cada vez hay más. Pero el salario medio de un cubano es de 24 dólares, y una hora en Internet cuesta 1,5 dólares. Imagínate hacer una revista con este calor, en un parque, y que, además, tengas que pagar 1,5 dolares la hora. Imagínate llevar las redes sociales así, con la lentitud del internet, subir los textos, las fotos… Así que yo, que estoy en Cuba, me encargo más de dirigir y organizar los temas, a los colaboradores, la agenda, el perfil editorial… Y los otros, que están fuera, se encargan de las redes sociales, de subir los textos… —aunque yo también lo hago a veces—, más o menos, así nos organizamos.

Ese fénomeno de la desconexión me ha llamado mucho la atención, creo que se está convirtiendo en un hecho sociológico muy interesante lo que ocurre en esas plazas, y parece que han cambiado la forma de comunicarse. También es muy curioso ese intercambio de información con los famosos “paquetes”: series, programas y películas que llegan de otros países y que se venden traspasándolos a pendrives.

El fenómeno de los paquetes surgió hace unos dos años. Los que tú ves en las plazas conectándose por ese dólar y cincuenta centavos la hora, no lo van a hacer para leer El Estornudo, ni siquiera para leer El País. Se van a conectar para hablar con sus familiares en Miami y decirles que les manden la queratina para el pelo, los tenis, dos jabones y cien dólares. Es jodida la situación.

Sí, por supuesto, la dinámica ha cambiado. Cuba ha cambiado, y no ha sido, como mucha gente quiere ver, por la muerte de Fidel Castro. De algún modo, para mí ya Fidel había muerto en sentido simbólico cuando él sale del poder en 2006. Creo que si hubiera fallecido estando en el poder la cosa hubiera sido distinta. Raúl Castro tomó el relevo, pero, por supuesto, la figura de Fidel estaba ahí como símbolo del proceso revolucionario de Cuba. Todo el mundo sabe que lo consultaron sobre los cambios a realizar en el país. Sin esos cambios que se hicieron, la isla se habría hundido en un cataclismo. Si el país no se abría a la propiedad privada, si no se empezaba a lidiar con el capital extranjero, y si no se daba acceso a internet a los cubanos, este país iba a ser una aldea. De hecho, todavía lo es, de algún modo.

Todos estos cambios han hecho que se reconfigure toda la dinámica social, cultural y económica en Cuba, es otro país. Pero esa dinámica también ha traído inconvenientes, aunque el gobierno no quiera verlo y algunas personas no estén de acuerdo. Y es que se ha agudizado la diferencia de clases, aunque eso era algo de lo que ya adolecía el sistema, como decimos aquí: Las patas cogieron comején (termitas). Es un sistema fundamentado en una ideología, y cuya praxis ya no es funcional. Entonces, ahí viene la desconexión [del Estado con el pueblo], cuando tú dices que quieres hacer una cosa de una manera, pero la estas haciendo de otra. Es una falsedad evidente del discurso político del país, que crea corrupción, descontento… y es por eso que ahora Cuba está tambaleándose.

Celebración del Primero de mayo en la Plaza de la Revolución de La Habana.

Sin embargo, tuve la suerte de acudir al desfile del 1 de mayo y jamás he visto un hecho igual en otros países. El paseo estaba abarrotado de gente con pancartas y camisas con frases como: Yo soy Fidel y otras de Martí o el Ché. Desfilaban por la plaza de la Revolución, donde se encontraban Raúl Castro y demás personalidades.

El 1 de mayo es para reivindicar y luchar por los derechos de los trabajadores… y en Cuba nadie está contento con su salario. ¿Cómo se explica que vayan al desfile de ese día? Por una razón misteriosa. En Cuba hay mucho temor a expresarse por la represión solapada que ha habido. Toda esa cantidad de gente que acude a la celebración del 1 de mayo no lo hace de forma tan espontánea. Los centros de trabajo te obligan, porque no ir evidencia que tú estás contra el proceso revolucionario, y eso evidencia que puede estar en peligro tu trabajo, y si está en peligro tu trabajo te quedas sin comida. Así que se ha engendrado en el pueblo cubano una doble moral: hago una cosa y pienso otra.

¿Cuál es el sueño cubano, el de la juventud?, ¿es el sueño americano?

Para mucha gente lo es, pero reducirlo a eso es una exageración. La mayoría de los cambios en Cuba se ven en lo que piensa la juventud. Ellos ya no creen en la Revolución, no se sienten identificados con la nación. La globalización ya está aquí y eso implica una ruptura con lo nacional, lo identitario que siempre fue el orgullo de los cubanos. Y eso da alguna pista de lo que es esta nación y lo que va a ser en el futuro, ya que los jóvenes de hoy van a ser los mayores de mañana. Las estadísticas dicen que en el 2029 Cuba va a ser el país más avejentado de Latinoamérica. Pero, ¿por qué hay tantos viejos? Porque los jóvenes se van. Es muy triste. Si algo no le perdonaría a la Revolución, que te digo que fue una cosa grandiosa, es la cantidad de gente que se ha ido de este país, la cantidad de familias que se han fraccionado y, sobre todo, el daño emocional que genera estar lejos de los seres queridos.

¿Qué opinas de la apertura para que se creen empresas que vivan del turismo: los cuentapropistas?

El turismo está siendo perjudicial para Cuba, está incidiendo directamente en le mercado social de la isla. El cubano vive, sobre todo, del mercado negro, ya que es imposible que lo haga de su salario real. Entonces, como hay un mercado paralelo al legal, el turista está incidiendo en él directamente, por ejemplo, en el transporte público. A pesar de que mucha gente se mueve en guagua, muchos viven de los almendrones [coches particulares dedicados al transporte de personas]. En diciembre del año pasado hubo una gran crisis porque se disparó la llegada de turistas y los almendrones trabajaban directamente con ellos, por lo que el cubano se quedó sin transporte. Los turistas están también desabasteciendo las tiendas, porque como no hay mercados mayoristas, los paladares, las cafeterías y los alojamientos de cuentapropistas van y lo compran todo, y cuando va el cubanito a comprarse un jabón o lo que sea, no lo encuentra porque se lo llevaron todo en masa para los turistas.

El turismo también hace que suban los precios y se está acrecentando la diferencia de clases. El lunes [22/05/2017] abrió el primer Hotel cinco estrellas plus de Cuba, de una cadena Suiza, en un edificio que hasta ahora se llamaba Manzana de Gómez y que ahora se llama Manzana Kempinski. Tiene una tienda de lujo donde la joya más barata cuesta 1.535 dólares, dinero que un cubano no va a cobrar en toda su vida trabajando. Y esa tienda está en medio del corazón de La Habana, justo donde había un busto de Julio Antonio Mella, un mártir revolucionario, ahora han hecho el hotel y ya no está el busto. Quizás es ahí donde está el símbolo de hacia dónde va Cuba.

Niña con la bandera norteamericana.

Cómo vivieron la muerte de Fidel.

Nosotros hicimos una cobertura bastante completa, creo que es de lo mejor que hemos hecho este año. Casualmente, estaba en casa de una amiga cuidándole a los perros, y yo, que siempre me acuesto tarde, no sé por qué ese día me acosté a las 10 de la noche. Por supuesto, cuando me levanté ya el mundo estaba virado del revés. Yo no me creía aquello. ¿Cómo se va a morir Fidel? Fidel es una cosa muy grande para los cubanos, hasta el punto que se pensaba que ese día nunca iba a llegar. Y llegó. Y de pronto, tú, periodista al frente de una revista, te dices: ¿Y ahora qué hago?, es el momento. Fueron días volcánicos. La casa donde yo estaba tenía internet y cuando me levanté, a las seis de la mañana, me enteré a través de un mensaje de Whatssap de una amiga mía periodista brasileña que me escribió: Abraham, ¿cómo está la calle?, ¿cómo está la calle? Yo seguía sin saber, medio dormido, y ella insistía: Oye, dime de Fidel. Y le digo, súper cómico: Tú sabes, él tiene siete vidas, sale y se esconde. La gente dice que está muerto, pero no lo está. Entonces, ya me pregunta: Abraham, ¿tú no has visto las noticias? Y yo caí en ridículo, cuando voy y busco… ¡Dios mío!, se murió Fidel.

Salí de la casa a las siete y pico de la mañana y había mucha gente que aún no lo sabía. Fidel se muere a las 22:25 y es a las doce y pico que se empieza a decir por televisión. A esa hora muchos estaban ya dormidos y se enteraron por la mañana. Cuando salí a la calle había un silencio… una cosa increíble, hasta por la tarde de ese día todo el mundo estaba en sus casas viendo las noticias. Se declaró duelo nacional por nueve días: no se podía tomar alcohol, no se podía salir…

Yo hice una crónica de ese primer día y publicamos también lo que nos mandaron varios periodistas reconocidos desde otros países, sin que les hubiéramos pedido nada, para que la publicáramos en nuestra revista. Los publicamos. Pensé: Bueno, ¿y cómo contamos esto ahora? Yo no tenía dinero para irme en la caravana a Santiago de Cuba, en la otra punta del país…

… que es donde lo enterraron.  

Correcto, es al otro lado del país. Había que recorrer toda la isla entera. Me contactaron desde Al Jazeera y les dije que me pagaran para ir para allá. Así que me fui directo a Santiago de Cuba en guagua. Llegué un miércoles y Fidel llegaba el sábado. No pude hacer el camino, pero tenía que aprovechar el estar allí y decidí ir al cementerio. Y allí me entero de cómo lo van a enterrar, y es cuando sacamos el bombazo ese que fue lo que nos disparó: Fidel pidió una roca de la Sierra Maestra para que enterrasen ahí sus cenizas.

Otro muchacho de Villa Clara escribió un texto sobre el paso de la caravana por allí y sobre las impresiones de la gente. Un fotógrafo hizo una galería de lo que ocurrió aquí, y también publicamos las barbaridades que se hicieron en Miami, donde la gente se burlaba y salía a festejar. Al final, tú puedes estar de acuerdo o no con alguien, pero de ahí a burlarse de la muerte de esa persona… Creo que nuestro trabajo estuvo muy bien compensado.

¿Crees que ha cambiado algo en la isla desde su muerte?

No. Es decir, como te decía antes, creo que comenzó a cambiar desde antes de su muerte, desde que salió del poder en el 2006 a los 79 años. Lo que está pasando en el país no tiene que ver para nada con su ausencia. Creo que si en el país se acometían ciertas medidas y se adaptaba a los nuevos tiempos, el cambio iba a comenzar.

Yo tengo una relación rara con Fidel y me imagino que muchos cubanos también. Es una relación de amor odio, pero yo la siento más porque es muy cercano. Mi abuelo fue escolta personal de Fidel y del Che Guevara. Entonces, mi familia es como muy revolucionaria, el Che fue el padrino de la boda de mis abuelos. Tengo fotos inéditas del Che en mi casa, con un mojito en la mano. Le regaló a mi abuelo un televisor el día de su boda que está todavía ahí. Mi casa está llena de fotos de Fidel y del Che. Pero yo no dejo de ver la realidad.

Si pienso en lo que la revolución cubana fue, porque yo sí que pienso que ya se acabó, creo que significó una de las cosas más grandiosas de la historia contemporánea. Lo que pasó en 1959 fue una cosa estupenda, hermosa, llena de logros y ambiciones, que removió al mundo y fue el paradigma para el resto de revoluciones que se dieron en Latinoamérica. Pero, lamentablemente, después de esos primeros años de esplendor, se torció la historia. Parte de ese cambio o joroba fue, por supuesto, por Fidel. Creo que se enquistó mucho con el tema de los EE. UU. Es cierto que los EE. UU. quieren apoderarse de Cuba y del mundo entero, pero él volcó toda la infraestructura cubana hacia ese conflicto. Hizo que todo el mundo fuera a los cañaverales para mostrarles que podíamos sustentarnos por nosotros mismos, y se jodió la economía cubana. Quiso sembrar el café en toda Cuba, y se jodieron todos los campos. Se cometieron barbaridades con los artistas… Es decir, una serie de cosas que desestructuró el país en lo económico, social y cultural. Pero eso no le quita sus méritos. La principal virtud y resultado de la Revolución es lo que son los cubanos hoy: tipos sumamente cultos, sociables, solidarios, altruistas y capacitados para afrontar los cambios. Y eso nadie se lo puede quitar. Que ahora la educación, la medicina o el deporte se hayan ido abajo no borra lo que fueron en su momento, aunque lamentablemente se jodió. Pero Fidel Castro es un grande.

Me imagino que no les queda más opción que ser optimistas, ¿qué Cuba les gustaría contar en el futuro?

Cuba ahora mismo es un barco que está en altamar y no sabe en qué puerto encallar. Es la gran incertidumbre que tiene la nave, que no sabe a donde va a ir. Por momentos hay oleajes, por momentos el mar está sereno, pero no hay un puerto donde poder atracar. Esa es la gran incertidumbre. Definitivamente, el sistema social cubano ya terminó. Por un lado, por todas estas cosas que tú misma me has comentado y que no concuerdan con el ideal socialista. Por otro, porque la generación histórica que ha armado la Revolución ya ha llegado a su fin. Se fue el máximo líder, quedan un par de tipos más, pero ya no están en su máximo esplendor.

¿Qué cuba me gustaría y hacia donde va a ir? Eso no lo sabe nadie. En mi opinión, de algún modo, el capitalismo ya está sacando sus manos de la tierra, está desenterrándose del suelo cubano para salir a la superficie. Pienso que ese va a ser el final.

¿Qué Cuba me gustaría contar a mí? La cuba que ves, haciendo periodismo. Pienso que los periodistas no escogen un contexto, no escogen una coyuntura o circunstancia, sino que su misión es contar y narrar lo que tengan delante.


Fotografías de Alba González de Molina Soler

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