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Conquistadores, conquistados y ofensas desatendidas

Puede que realmente se sientan ofendidos, quizá sea la última moda o simplemente demagogia. En cualquier caso, me importa poco. Si es por ofensa, están en su derecho. Si es demagogia, es que son políticos y les sale muy bien.

Puestos a producir, me apunto a ambas cosas y les relato algunas ofensas históricamente desatendidas y algunos apuntes para un proyecto de futuro demagógico.

Sus señorías son muy sensibles. Sean del partido que sean, tienen la canariedad a flor de piel. Parece que a algunas les es difícil realizar su trabajo contemplando unos cuadros que reflejan parte de la historia de las islas: La entrega de la princesa, la joven aborigen Arminda Masequera, a los conquistadores; y La fundación de Santa Cruz de Tenerife. Un capítulo más de qué pobrecitos somos, pero si trabajan mejor tapándolos, que lo hagan. El asunto es que trabajen bien y a gusto.

El caso es que estas islas están llenas de imágenes humillantes. Y no solo tratan sobre el pasado, sino también sobre el presente y el futuro. Nadie sale indemne de la historia. Y lo interesante es que todos nos podamos sentir ofendidos por algo, dar penita, y si es desde una posición privilegiada, mejor.

Y como es así, supongo que llegará el día en el que parte de la cámara entonará el mea culpa, no solo por haber descubierto que en su ADN se ha transmitido parte del de los conquistadores, sino porque, aunque no sea así, se darán cuenta de que también han heredado sus privilegios. Ellos y la gran mayoría de los que siguen manejando los hilos de la cosa pública desde la cosa privada.

Por poner un ejemplo (demagógico): Todo el barrio antiguo de esta capital es un homenaje a los conquistadores y a sus descendientes y herederos del poder. Desde la Catedral a la Casa de Colón se suceden las edificaciones que representan ese pasado conquistador y colonial; residencias que ni en sueños podremos imaginar; los nombres de calles e instituciones que no representan más que a un puñado y, en cambio, son nuestras; despachos con apellidos ilustres; clínicas privadas a las que se deriva al resto de los mortales para que vayan a morir en sus unidades de cuidados paliativos.

No sabría decir si los personajes que aparecen en las listas de espera de la Seguridad Social, los que tienen que pagar una ambulancia de su bolsillo para que los devuelvan a casa, o esos que son derivados a morir de manera decente a un espacio privado, son conquistadores o conquistados, pero me inclino a pensar que deben estar más cerca de los segundos. De cualquier modo: una imagen a desterrar.

El paisaje turístico de las islas es otro homenaje actual a los poderosos, herederos «justos» de la tierra y el sol de nuestros antepasados, y a aquellos que supieron asomarse y agarrarse a las piernas de éstos, que necesitaban nuevos lacayos que les hicieran el trabajo sucio y ganaran su merecido y desproporcionado sueldo.

En cambio, la condición laboral de los trabajadores de ese sector, por muchos pinganillos que les pongan, es patética. Ya no se ofrecen muchachas vírgenes, sino trabajadores por un sueldo miserable a los señores que crean la felicidad de las islas. Una imagen preciosa digna de ser publicitada en los medios.

La mayor parte de nuestros viejos se pregunta qué carajo hicieron para tener la jubilación que tienen, por cantidad y calidad. Por qué los tratan como si fueran productos caducos de una sociedad acelerada. Rentabilidad. Eso es lo que necesitan las aseguradoras privadas que los aburren hasta que se dan de baja y se van a su médico de cabecera. Vergüenza.

¿Son conquistadores o conquistados los que quieren construir el Gran Guanarteme? No lo sé, que se lo miren ellos. Diría que conquistadores son los que abusan de su posición para pagar un precio miserable por una casa, manejando información privilegiada —por poner un ejemplo— a la vez que niegan a sus propietarios la posibilidad de caminar hasta el mar.

Imagen vergonzante y a desterrar es también que algunos empresarios «modélicos» prostituyan a niñas tuteladas por la sociedad en esas Xanadús escondidas e inaccesibles. ¿Un cuadro de hace cien años? Sucede hoy en día en estas islas.

La propiedad del agua y de la tierra sigue en manos de algunos caciques isleños, unos más disimulados que otros. También la posibilidad de exportar e importar lo que sea, la calidad de los alimentos, la posibilidad de asfixiar a sectores productivos según convenga, de dar y obtener subvenciones públicas con el dinero de todos, de seguir manipulando los resortes que hagan falta para no despedirse de sus privilegios, de antiguos conquistadores, de nuevos ricos.

Desenterremos muertos aborígenes y tapemos la imagen de la Conquista. Olvidemos a los que aún siguen en los pozos —dicen los de un partido—, aunque sean fruto de la injusticia y de la miseria de espíritu, por el bien de la convivencia. Reivindiquemos nuestro pasado —dicen, al mismo tiempo—, les sirve para convertirnos en víctimas y victimarios según les convenga.

Hace unos meses, científicos canarios hacían públicas las conclusiones sobre el que se reconoce como el primer cementerio de la diáspora africana. Hombres y mujeres provenientes de África, también una aborigen, parte de la población canaria esclavizada por otra parte de la población canaria de esa época. Tápenlo, señores políticos, tal como se hace con la esclavitud actual. Sigamos repitiendo la historia, que conviene mucho en estos días de felicidad social.

Me gustaría una propuesta parlamentaria, demagógica, utópica, al respecto. Pero puesto a demagogo ofendido, me conformo con este desahogo, hoy domingo, día del señor, y de los señores.

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