La memoria sepultada

Gran Canaria, la primera prueba de la diáspora africana

En el año 2009 nadie se podía imaginar que por causas del azar, Guía, Gran Canaria, se iba a convertir en la primera prueba histórica de la diáspora de los esclavos africanos hacia el continente americano. Ese año, en la Finca Clavijo, unos operarios realizan trabajos agrícolas en la parcela y cuando empiezan a mover la tierra se encuentran con algo más que piedras. Es tal la cantidad de restos óseos que descubren, que ponen el asunto en manos de las autoridades competentes. El Cabildo de Gran Canaria y su servicio de patrimonio histórico deciden realizar una intervención arqueológica para averiguar la cronología y la importancia cultural del yacimiento.

La empresa Tibicena. Arqueología y Patrimonio es la encargada de realizar los trabajos arqueológicos y su posterior estudio. Recupera los restos que habían sido removidos en las labores que se estaban realizando en el momento del hallazgo y encuentra, además, una serie de sepulturas en muy buen estado de conservación. Se trata de un cementerio antiguo. Pero ¿qué cementerio?, ¿quiénes son los que allí yacen?, ¿qué hubo allí antes? Los materiales arqueológicos empiezan a dar sus primeras pistas, como, por ejemplo, que no se trata de un cementerio aborigen. Los individuos que habían sido enterrados en aquella zona no guardaban similitud con los cementerios aborígenes de los que ya hay constancia. Los rituales funerarios son diferentes a los que los científicos han descubierto en otros yacimientos arqueológicos de las islas. Las fechas también los desconcierta, se trata de un enterramiento posterior al momento de la Conquista, en el siglo XV.

Todo hace saltar las alarmas ante lo descubierto, saben que se trata de un hallazgo de gran importancia y se pone en marcha un proyecto internacional de investigación. La Doctora Rosa Fregel, de la Universidad de Stanford, EE.UU, se encarga del análisis del ADN. Emma Lightfood, de la Universidad de Cambridge, del estudio de los isótopos estables (su especialidad). Los arqueólogos Martha Alamón y Jonathan Santana analizan el marco de la actividad física que les revelan los huesos. Y el equipo de Tibicena realiza el estudio de los objetos materiales hallados en la Finca Clavijo.

Cuando ponen en común sus estudios y llega el momento de la conclusiones, el resultado es sorprendente: provienen del continente africano, sus huesos delatan lesiones asociadas a trabajos forzosos y, según parece, fueron enterrados según sus costumbres religiosas, es decir, no fueron evangelizados, como era lo propio en aquella época.

Se trata de 14 personas, la mitad son subsaharianos. Una de ellas, es una mujer, posiblemente mestiza, (descendiente de aborígenes). Son 14 individuos que eran esclavos en una zona en la que los ingenios de azúcar eran el petróleo de la época.

Las revistas especializadas de todo el mundo hablan de lo que supone este descubrimiento, el hallazgo del primer cementerio colonial del mundo atlántico. Sin embargo, aquí, el equipo de investigadores que ha analizado el yacimineto quiere continuar con la excavación arqueológica, para lo que han de buscar financiación. Los científicos saben que hay más misterios enterrados. Unos sondeos mediante georradar muestran anomalías del terreno que podrían indicar que el cementerio es aún mayor. Tienen varios frentes abiertos y están realizando nuevos estudios del ADN de los cadáveres para establecer el grado de mestizaje de la población allí sepultada.

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