Hattie Ellis, la voz perdida

Es imposible saber si Hattie disparó en defensa propia. Ella aseguró en el juicio que la víctima había desenfundado previamente una navaja y que por eso le descerrajó un tiro en el estómago y luego otro en la espalda. Pero el jurado no la creyó.

Aquella noche el novio de Hattie no estaba en casa. Sin embargo varias personas se presentaron en la vivienda de la pareja para comprar alcohol de contrabando por un dólar. En 1933 y en Texas todavía estaba vigente la “Ley seca”. Quien no estaba seca esa noche era Henrietta Murphy, la chica que comandó la expedición a casa del novio contrabandista de Hattie y que acabaría muerta de dos balazos dentro de un descapotable negro. Henrietta, borracha, discutió con Hattie por negarse a venderle whisky en ausencia de su novio. Finalmente, cabreada y antes de marcharse de vacío, se meó en el suelo de la casa.

Hattie volvió horas después a buscar a Henrietta. La subió en su coche y siguieron discutiendo hasta que Hattie se bajó y, porque Henrietta sacó una navaja, o no, la cogió del abrigó, la acercó a su cuerpo y le metió dos tiros en el cuerpo.

Hattie es, probablemente, una de las mujeres con la voz más estremecedora de la historia. Una voz que ya no recuerda nadie. Un nombre que ya no recuerda nadie. Una cara de la que sólo se conserva una borrosa foto en blanco y negro frente a un micrófono, con el pelo corto y cubierta por un vestido blanco sin mangas cinchado por un cinturón oscuro. Sin embargo hubo un tiempo en el que Hattie Ellis llegó a recibir 3.000 cartas de admiradores en una semana. En su celda.

Hattie Ellis, la voz perdida - 7 Islands Magazine -

Porque Hattie fue condenada a treinta años de prisión por el asesinato de Henrietta Murphy. Ella entonces tenía veinte. En aquella prisión de Dallas las reclusas negras como Hattie estaban separadas de las blancas, quienes disfrutaban de los trabajos más benévolos. Las presas de color, como mucho, podían ver películas o  jugar al tenis los domingos por la tarde si mostraban buena conducta.

Hattie llevaba cinco años en la cárcel cuando llegó la radio. La emisora WBAP había creado un programa: Thirty minutes behind the walls (Treinta minutos detrás de los muros) consistente en grabar actuaciones musicales de las presas de Goree. En 1938 Hattie Ellis se puso delante de un micrófono para cantar una canción acompañada por un cuarteto de músicos negros: batería, contrabajo, saxo y piano —quienes también aparecen en la única foto existente de Hattie—. El presentador del programa la introdujo como: «Una cantante negra de blues». No sabemos si aquella chica había interpretado antes para alguien. Sí sabemos que 44 millones de estadounidenses se estremecieron con su voz.

I Ain't Got Nobody
Adaptación de Hattie Ellis para la grabación de John A. y Ruby T. Lomax en 1939. Realizada en la prisión de mujeres de Goree. Fuente: American Folklife Center, Library of Congress.

Hattie Ellis llegó a cantar siete canciones durante diferentes emisiones. Recibió por correo regalos y hasta propuestas matrimoniales. Y a los dos años de su primera actuación radiada y tras siete en prisión, logró la libertad el 6 de mayo de 1940. Al abandonar Goree manifestó al periódico Echo que quería seguir apareciendo en la radio. Varias discográficas estaban interesadas. Sin embargo no se supo nada de ella hasta quince años después de su liberación. El siguiente registro es una anotación a mano sobre el papel lineado y amarillo de un cuaderno que certifica su nuevo ingreso en prisión por asaltar a alguien en Nueva York.

Hattie regresó a prisión en 1955, once años después de que hubiese desaparecido el programa radiofónico que la encumbró por un tiempo. Esta vez su delito era menor, así que sólo estuvo entre rejas un año durante el que fue vetada a aparecer en cualquier emisora. Finalmente fue de nuevo liberada en 1956, tenía 43 años. Y entonces desapareció para siempre. Nadie sabe qué fue de ella. Las cintas que registraron su voz en la radio se destruyeron y hoy sólo queda la transcripción de los programas de Thirty minutes behind the walls que se emitieron durante seis años, hasta que la audiencia norteamericana prefirió escuchar espacios hablando de los soldados combatiendo en la Segunda Guerra Mundial. El recuerdo de Hattie Ellis se redujo a una foto movida donde canta con las manos a la espalda y a alguna crónica en el periódico tejano Echo reflejando el fenómeno de una voz comparada con la de Ella Fitzgerald.

Hace trece años el periodista Skip Hollandsworth comenzó a investigar la historia de Hattie Ellis para escribir un reportaje en el Texas Monthly. Tuvo acceso a documentos del juicio y registros de la prisión de Goree State Farm. Pero su entusiasmo se quebró cuando descubrió que no existían grabaciones del programa radiofónico. La posibilidad de encontrarse con la prodigiosa voz de la chica se desvaneció como su propio rastro tras su última salida de prisión. Aquella sonoridad se perdía para siempre como un fantasma, como una leyenda. Hasta que recibió la llamada de Allan McCormack, el documentalista que le ayudaba con el artículo, para decirle: «Skip, hay algo en el archivo de la Librería del Congreso que tienes que escuchar».

Desert Blues
Hattie Ellis grabó «Desert Blues» en Goree Farm con «Cowboy» Jack Ramsey a la guitarra,  un preso blanco de la vecina prisión de Walls Unit en Huntsville, para John A. Lomax en 1939. Fuente: American Folklife Center, Library of Congress.

McCormack había dado con algo que registró en los años treinta John A. Lomax, un tipo con gafas, sombrero, pañuelo al cuello y un coche con el depósito lleno. Lomax se dedicó a visitar varias prisiones del sur de Estados Unidos y a grabar el blues de algunos presos negros, convencido de que ahí radicaba la esencia de una música que poco a poco se estaba perdiendo. Y entre las múltiples grabaciones hoy disponibles en la web de la Librería del Congreso norteamericano hay cuatro de una tal Hattie Ellis. Es posible que Lomax fuese directamente a grabar a Ellis tras su éxito radiofónico, ya que comenzó sus registros en 1934 pero los retomó en el 39, cuando Hattie ya era famosa.  Tres de esos temas son clásicos del momento: I ain’t got nobody, Desert blues y It’s a blessin’ Jes’ to call my savior’s name. Las dos primeras Hattie las canta acompañada de la guitarra de Jack Ramsey, un preso blanco de una cárcel próxima. En la tercera grabación la voz de Ellis está únicamente secundada por los coros de otras reclusas. Pero la grabación más llamativa es la cuarta, porque se cree que puede ser una composición de la propia Hattie Ellis. La canción se llama Cap’n don’t ‘low no truckin’-round in here y presumiblemente está dedicada al capitán de Goree, Marcus Heath. En este tema Hattie entona a capella con los coros y las palmas de otras chicas.

Cap'n Don't 'low No Truckin'-round in Here
Intérpretes: Doris McMurray, Hattie Ellis, Jimmie Lee Hart, Gene Raymond, Ella May Fitzpatrick, Lavena Austin y Mozelle Stewart, todas presas en Goree, para la grabación de Ruby T. Lomax en 1939 . Canción posiblemente inspirada en el capitán de la prisión y sus reglas de conducta para las presas. Fuente: American Folklife Center, Library of Congress.

«Hattie cantaba a nuestro pequeño cielo sobre el patio mientras nos entrelazábamos las manos en el porche de atrás para soñar pequeños sueños que están hechos de polvo de estrellas». Esto lo escribió una reclusa blanca, Reable Childs, en su columna del periódico Echo una vez abandonada la prisión donde coincidió con Hattie. Es posible que próximamente Jennifer Aniston haga el papel de Reable Childs en una película sobre una banda de prisioneras blancas que también triunfaron en los años treinta en Thirty minutes behind the walls. Aquel fue, probablemente, el único grupo del mundo que deseó tener éxito para disolverse, pues la fama al final les valía permisos, reducción de condena y, en última instancia, la libertad.

Si escuchan la voz de Hattie Ellis se encontrarán con una garganta viva y traviesa, trémula y a la vez segura. Entona el blues con optimismo. Insólito. Como lo es que hoy se conserve el eco de aquella chica de veintiséis años cantándole al micrófono de una vieja grabadora. Luego el resto de sus canciones se evaporaron por el patio de la prisión y más tarde la propia Hattie se perdió para siempre tras cruzar la puerta de Goree. Fue el 22 de marzo de 1956. Dicen que hacía viento.

It's a Blessin' Jes' to Call My Savior's Name
Espiritual interpretado Doris McMurray, Hattie Ellis, Jimmie Lee Hart, Gene Raymond, Ella May Fitzpatrick, Lavena Austin y Mozelle Stewart para las grabaciones de John A. Lomax en 1939. Fuente: American Folklife Center, Library of Congress.

 

 

 

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