El milagro, en Canarias

Andrés Orozco-Estrada

Andrés Orozco-Estrada tuvo su primer contacto con la música en la Navidad de 1980 cuando su madre le regaló unas congas con las que descubrió la alegría de la música y así, dando sacudidas al instrumento de juguete, emprendió el camino de su vida con tan solo 3 años.

Se podría decir que el director ha crecido musicalmente con la misma rapidez con la que se abrazó a aquella percusión y a su sonido, porque a sus 38 años ya ha dirigido más de una decena de orquestas de todo el mundo. Desde Viena, donde se formó en dirección y donde tiene su residencia, vuela con su talento a Londres, París, Houston, Kanawa (Japón) y ahora las Islas Canarias.

También busca tiempo para recalar cuando puede en Colombia, país que lo vio nacer y donde lleva a cabo varios proyectos musicales en la Fundación Bolívar Davivienda con la Filarmónica Joven de Colombia. Porque él, que a los seis años ya tocaba el violín, sabe mejor que nadie que las raíces de la música encuentran en la infancia el entorno perfecto para crecer.

A esa edad temprana ya cantaba en el coro y tocaba en la orquesta de una escuela musical que aún sigue en pie, en Medellín. Hoy se gana la vida y deslumbra al mundo con lo que era su juego infantil preferido. Sin embargo, la pasión del Andrés Orozco-Estrada niño era sacudir el aire con las manos en un intento de emular a los directores de orquesta.

A los primeros pasos por el camino de la música desde Medellín, le suceden otros que lo llevan a Austria, el país que vio nacer a Wolfgang Amadeus Mozart, Joseph Haydn o Franz Schubert, entre otros, y en Viena, la capital europea de la ópera, el lugar de residencia de la música clásica, Orozco encuentra el motivo por el que decide convertir su pasión infantil en su vida. Allí recibe las primeras lecciones de dirección de orquesta, descubre la nieve, aprende el idioma y conoce una nueva manera de ser y de pensar.

A principios del siglo XX el hombre del momento era el director y compositor austriaco Gustav Mahler quien situó el lenguaje sinfónico, con sus eternas sinfonías de gran exigencia técnica, a un nivel actualmente insuperable,  convirtiéndose en un icono para los actuales directores de orquesta. Andrés Orozco-Estrada no escapa al influjo de Mahler. Allí se regala una partitura de bolsillo de la Primera Sinfonía de Mahler, con la que descubre un mundo nuevo, tanto musical como humano. Años después, su primer concierto de apertura fue precisamente con esta sinfonía. Se establece así un vínculo que trasciende lo musical y que  volverá a revivir en el 32 Festival Internacional de Música de Canarias donde interpretará la que supuso su primera obra sinfónica.

Pasional, cercano, natural y joven para ser director de orquesta y haber tocado el éxito a sus 38 años. Así es este colombiano, consagrado como uno de los mejores del mundo a tan temprana edad gracias a su carácter atrevido que lo ha llevado a arriesgar en los momentos oportunos.

Andrés Orozco-Estrada es un milagro, al menos así lo reconoció la prensa vienesa en 2004, año en que acapara la atención internacional al dirigir la Orquesta Tonkünstler en el Musikverein de Viena aunque fuera un cúmulo de casualidades lo que lo llevó a dar este gran salto en su carrera.

Andrés Orozco-Estrada habla y extiende los brazos como si quisiera dirigir las palabras al igual que hace con sus músicos. Es esa gestualidad de un director de orquesta, casi siempre exagerada, muchas veces teatral, que ha traspasado el mundo de la música clásica para ser parte de la cultura popular. Su origen latino era casi un seguro para entregar dosis de pasión sobre el atril. Pero no tardó en descubrir que su talento no iba a ser reconocido por la gestualidad de sus brazos. Entendió que el verdadero sentido de su oficio era tan complejo, tan difícil, que se podía expresar en tres palabras: conmover al público.

Alcanzada esa consideración de alta figura del panorama musical mundial, Andrés Orozco-Estrada se enfrenta a otros dilemas. Entre el ajetreo de aeropuertos, conciertos, nuevas orquestas y ofertas, festivales, y su dedicación a la formación musical de nuevos talentos; se empeña en encontrar el tiempo y el equilibrio necesario para ser feliz en la vida. El apoyo de su familia, que lo impulsa para embarcarse en nuevos retos, subirse a nuevos atriles y dirigir en otros continentes. Es “su cuarto de hora” como dicen en su tierra. Y de momento se ha lanzado a aprovecharlo como si ya estuviera viviendo el último minuto.

Andrés Orozco-Estrada es director musical de la Orquesta Sinfónica de Houston, director titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt y director principal invitado de la Orquesta Filarmónica de Londres.

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Ilustración, Theo Zasche.

Fotografía,  Accademia Nazionale di Santa Cecilia, Roma.

Imágenes de archivo, hr Sinfonie Orchester (Arte Concert)

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